“Del dicho al hecho, hay mucho trecho”.
Por lógica se entendería que lo legítimo y lo legal son lo mismo, pero no, el primer término aplica, dentro de la política, a un ideal, en tanto que lo segundo, es un hecho que tiene amparo y protección constitucional, o sea, si un candidato electoral tiene la mayoría de votos eso lo vuelve el legítimo ganador, pero si de manera fraudulenta pierde ese derecho y se le dota legalmente la victoria a otro, la ley respaldará el puesto asignado, mas no la legitimidad.