A diferencia de lo que muchas personas imaginan, el trabajo en las aulas no se trata de hablar sin parar a lo largo del día, por el contrario, es mucho más parecido a un diálogo continuo, se trata de comunicación entre docente y alumnos, de escuchar lo que los estudiantes necesitan, de procesar información, analizarla, devolverla, observarla nuevamente, rara vez esto implica un simple discurso de un solo lado del aula, idealmente estos ejercicios ocurren para ambas partes y aunque hay ocasiones en las que casi todo se concentra de nuestro lado, especialmente cuando nos enfrentamos a temas nuevos, en realidad se trata de escuchar tanto como de hablar.
Esta tarea puede ser más complicada cuando los alumnos encuentran difícil participar en clase, ya sea por timidez o por cualquier otra razón, encontrarnos con un aula demasiado pasiva puede implicar que nuestro trabajo se dificulte más de lo que cualquier podría imaginarse, pues será difícil llegar a saber qué tanto hemos logrado ese diálogo ideal con los estudiantes. La retroalimentación a lo largo del proceso de comunicación es necesaria, por lo que tener una aula activa es esencial para el proceso educativo. ¿Cómo podemos motivar a los alumnos a expresar más sus ideas? ¿Qué aspectos son importantes para la comunicación entre ambas partes? ¿Cómo saber cómo se sienten los alumnos con respecto a la comprensión de nuestras sesiones? Aquí tenemos algunas ideas.
Observar el aula es importante
La comunicación entre seres humanos no se da sólo en palabras, en el salón de clases no siempre tendremos alumnos que participen activamente con su voz para darnos retroalimentación en clase, aunque siempre es importante motivarlos en momentos específicos a hacerlo. A veces la comunicación se da por medio de acciones y ver a nuestros alumnos realizar cierto tipo de cosas en el aula nos puede dar la pauta para saber cómo seguir nuestra lección. Leer el ánimo de los alumnos también es necesario y siempre es importante saber que no todos los alumnos comunican lo mismo en los mismos términos, por lo que conocerlos y escucharlos siempre es necesario.
Poner atención puede implicar para algunos mirarnos fijamente, pero para otros puede implicar hacer garabatos en sus cuadernos, mirar hacia otro lado o incluso moverse a lo largo de la clase, el aburrimiento y la inquietud se ven distintos en cada persona, por lo que identificar esto en cada uno de ellos puede llevar cierto tiempo, aunque el esfuerzo siempre valdrá la pena, pues nos ayudará tener diálogos más eficientes con nuestra clase. No dudes en preguntar directamente qué significan ciertas conductas, esto les ayudará a los mismos alumnos a conocerse mejor a sí mismos.
Pregunta directamente
No siempre es fácil descifrar si los estudiantes nos han puesto atención, si se han ido con dudas, si todo ha quedado claro, por ello es que evitar malentendidos es tan importante. Y en términos de comprensión de lo que hemos visto en clase, tener estrategias para que directamente nos enteremos de cómo ha ido la sesión nos puede ayudar tanto a conocerlos mejor como a estar seguros si lo que hemos visto ha quedado claro.
Hacer ejercicios al finalizar la clase que les permita a los alumnos reflexionar un poco sobre lo que acaban de aprender y nos muestren a nosotros qué tanto de lo que hablamos llegó a ellos puede ser una gran estrategia. No es necesario pensarlos demasiado ni hacer sentir a los estudiantes estrés al respecto, se trata de recibir y dar retroalimentación. Antes de salir de clase pídeles que respondan en sus propias palabras una o dos preguntas al respecto de lo visto en la sesión y permite que hablen de su experiencia general en el aula, estos pueden ser ejercicios escritos, cortos y sencillos.
Crea un diálogo con sus compañeros
Es importante que a la dinámica del aula no sea solamente un intercambio entre estudiante y docente, sino entre estudiantes también, por lo que sumar a las actividades del día conversaciones entre los propios estudiantes en los que puedan escuchar sus pensamientos en voz de otras personas, agregar nuevas ideas y constatar el conocimiento que han adquirido es tan necesario. Además, al escucharlos conversar entre ellos podremos percibir con mayor claridad sus dudas y lo que ha quedado claro.
El tiempo que invertimos en las transiciones para hacer este tipo de actividades puede llevarnos a evitarlas, pero pueden ser muy provechosas al final del día, pues así los alumnos tendrán más claros los pensamientos que ellos mismos van generando a lo largo del día.
¿Cómo haces para evaluar qué tanto han llegado a comprender la clase a lo largo del día? ¿Qué estrategias usas para abrir el diálogo con ellos? ¡Comparte tus ideas con nosotros!