En los últimos años los salones de clases alrededor del mundo han cambiado, poco a poco la concepción que tenemos de la escuela, de las necesidades de los alumnos y del ambiente necesario para el aprendizaje ha evolucionado mucho, por lo que los espacios se ven diferentes, las estrategias son otras e incluso lo que buscamos que los alumnos recuerden y aprendan en la escuela es distinto.
Algo en particular que ha tenido cierta evolución son los asientos, los pupitres o los espacios en los que los alumnos se colocan durante el día de clases para escuchar al docente y realizar sus actividades. Gracias a la comprensión que tenemos actualmente de temas como el Trastorno de Déficit de Atención hemos aprendido que cada estudiante tiene una forma particular de aprender, así como necesidades sensoriales que no siempre corresponden a la idea que tenemos de “poner atención” o “concentrarse”, por ejemplo, existen personas que requieren movimiento mientras escuchan la clase o resuelvan sus tareas, pues les ayuda a un mejor desempeño. En el caso del autismo esto también es importante, pues la autorregulación sensorial suele darse a través del balanceo o de algún movimiento repetitivo particular.
Debido a eso es que muchas escuelas y muchas aulas han optado por probar con adecuaciones y distribuciones distintas a las tradicionales, para permitir a los estudiantes resolver sus necesidades sensoriales y así lograr estar atentos al salón de clases, pues aunque este tipo de acciones son más visibles en alumnos neurodivergentes, muchos otros pueden beneficiarse de esto.
Asientos flexibles
Los llamados asientos flexibles pueden variar en forma de acuerdo a las posibilidades de cada salón de clases, para resolver casos específicos puede bastar el colocar una banda elástica en las sillas de los alumnos para que puedan rebotar mientras están sentados, así como permitirles que se muevan cada cierto tiempo, salir a caminar, recoger las tareas, etc. Pero estos pueden variar tanto como nos lo permita el espacio y los recursos con los que contamos.
Colocar pelotas de yoga o de ejercicio ha sido también una opción común para los alumnos, por ejemplo, pues les permite balancearse y moverse un poco, con flexibilidad a lo largo de la clase. En aulas más intrépidas se han cambiado los pupitres por completo por mesas grandes que permitan una mayor colaboración entre estudiantes, así como asientos variables, como sillones, bancas, e incluso colchonetas o esteras para recostarse en ciertas actividades.
Existe poca investigación formal en este tema, pero en la práctica los docentes reportan aulas más activas, con mayor participación y con mejores niveles de concentración durante las sesiones. Es importante señalar que si bien algunos alumnos prefieren asientos cómodos y esto les ayuda a concentrarse, algunos otros podrían encontrar en ello distractores, por lo que escucharlos, conocerlos y observarlos es mucho más importante que encontrar asientos novedosos para todos los alumnos, siempre es importante mantener un equilibrio.
¿En tu escuela han intentado nuevas configuraciones para el aula? ¿Crees que los alumnos puedan beneficiarse de este tipo de iniciativas? ¡Comparte con nosotros tus estrategias e ideas!