En las últimas décadas el trabajo en torno al tema de la desigualdad de género nos ha ayudado a generar sociedades más justas, en las que se reconoce que sin importar el género todos debemos tener acceso a los mismos derechos, así como a las mismas oportunidades, ya que si bien cada persona es distinta y posee habilidades diferentes, es necesario que existan las condiciones apropiadas para desarrollarlas, además de contar con los recursos que garanticen su seguridad y salud.
Si bien estos aspectos han quedado cubiertos poco a poco, aún existen contextos en los que aún no se garantiza esta equidad, pues perviven diferentes estereotipos de género que restringen el acceso a diversas oportunidades. No siempre nos damos cuenta de esto, pues en ocasiones estamos muy acostumbrados a cierta dinámica social que nos hace sentir que existen dichas oportunidades, aunque en el contexto son aún desiguales.
En nuestras escuelas, por ejemplo, sabemos que absolutamente todas las infancias tienen el derecho a la educación, que nadie debe ser violentado, ni discriminado, y aunque en principio esto es muy claro, ciertas dinámicas sociales limitan ciertas oportunidades, a veces de formas tan sutiles que no nos damos cuenta de ello. Tal es el caso del acceso a carreras científicas, por ejemplo, en donde la brecha de género es aún muy notoria, siendo más los hombres quienes buscan desarrollarse en esta área y quienes obtienen los empleos relacionados a esto. También es muy común que los grandes logros sean mayormente conocidos cuando se trata de científicos hombres, por lo que en los libros de texto, en medios e incluso en redes sociales las menciones a científicas son mucho menores.
En la escuela podemos hacer un cambio, como docentes tenemos la oportunidad de hacer que el contexto en el que se desarrollan las mentes científicas del futuro sea mucho más equitativo.
¿Qué provoca la brecha?
Es importante que entendamos cuáles son los factores que continúan haciendo de las carreras científicas tan desiguales y cuáles son en los que podemos incidir de alguna manera. En muchos hogares la educación sigue siendo un privilegio masculino, por ejemplo, pues niñas y adolescentes se ven obligadas a realizar más labores domésticas o cuidar de otros miembros de la familia con mucha más frecuencia que en el caso de los hombres. Además de esto, perviven diferentes estigmas y estereotipos asociados al género en toda la cultura popular, los cuales se inculcan desde edades muy tempranas, los programas de televisión, los personajes y los juguetes dirigidos a mujeres y hombres son un claro ejemplo de esto, algo que si bien está cambiando poco a poco, aún inciden en las expectativas que niños y niñas se crean para sí mismos.
Las niñas suelen ser princesas, reciben juguetes de cocina, se hace un gran énfasis en su imagen, a través de productos de belleza y moda. Mientras tanto, los personajes masculinos suelen ser superhéroes, científicos, líderes, etc. Esto hace una diferencia muy clara aunque inconsciente para niños y niñas desde edades muy tempranas, algo que suele reforzarse en la convivencia escolar, con las ideas que los adultos también imponen, a veces sin darse cuenta.
Con el tiempo, la escuela prueba el punto de esta primera educación, al mostrar en sus libros nombres de personajes que hicieron algún cambio en la historia mayormente masculinos y con todo tipo de ideas sobre lo que las niñas y niños deben o no deben hacer según su género. Ideas típicas como que los niños muestran menos emociones, las niñas son más amables, los niños suelen ser más agresivos, las niñas más protectoras, son ideas sociales que tienen raíces en la desigualdad y que afectan tanto a hombres como mujeres en su desarrollo.
Pequeños cambios
Iniciar por cuestionar nuestras propias ideas, estar abiertos a nuevos modelos y conscientemente hacer un cambio en las aulas es un principio importante. Con ajustes pequeños pero significativos podemos lograr que desde la infancia se garanticen las oportunidades para todos en todos los aspectos.
Comienza por motivar a tus estudiantes a participar en todo tipo de actividades, sin importar si se trata de actividades mayormente asociadas a hombres o mujeres, evita también crear actividades en los que se enfrenten equipos de “niños contra niñas”, la participación en equipo es importante, por lo que buscar que aprendan a colaborar juntos es más importante. Por otro lado, puedes buscar nuevos modelos y personajes históricos que ayuden a los estudiantes a ver que tanto hombres como mujeres han participado en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, así como en los acontecimientos importantes.
Juntos podemos cerrar las brechas de género, tanto en la ciencia como en cualquier otro campo de acción. ¿Cuáles son tus estrategias para crear aulas más equitativas? ¡Comparte con nosotros!