Para los niños y adolescentes identificar y gestionar sus emociones puede llegar a ser un reto, pues son etapas en las que la experiencia de emociones intensas resulta incluso abrumadora, lo cual los lleva a actuar de forma impulsiva e intempestiva. La ira en particular provoca una gran cantidad de reacciones y puede causar fricciones entre compañeros. Aunque se trata de una emoción natural, es importante ayudar a nuestros alumnos a trabajar con ella, especialmente porque puede llegar a convertirse en una barrera para el aprendizaje y para la comunidad. ¿Cómo ayudarlos en este aspecto?
Inteligencia emocional
Es fundamental enseñar a los niños a identificar y nombrar sus emociones, pues aunque todos las experimentamos, pocas veces se nos enseña qué son, cómo se sienten, cuáles son los nombres de esas sensaciones y para qué nos sirven. Trabajar con ellos en el descubrimiento de las emociones y el autoconocimiento es esencial, no solo para el tema educativo, sino para su experiencia de vida. Podemos poner en práctica técnicas como el "termómetro de las emociones" o la "rueda de las emociones", con las que podrán nombrar, describir e identificar sus experiencias emocionales.
Ser un buen modelo
Los niños aprenden observando a los adultos y ofrecerles modelos para la gestión emocional es tan importante como para otros aspectos. Si mostramos tranquilidad y resolvemos los conflictos con paciencia, ellos tenderán a imitar este comportamiento.
En apariencia esto es sencillo, pero también es posible que como adultos, nosotros mismos tengamos dificultades para gestionar y observar nuestras emociones, por ello es importante poner atención a nuestras reacciones, nuestros sentimientos y las situaciones que detonan qué reacciones, así como comunicar a los alumnos la forma en que gestionamos estos aspectos. Hablar con voz pausada y mantener una actitud serena en momentos de tensión puede marcar la diferencia, así como tomarnos in tiempo para respirar antes de actuar en momentos difíciles.
Respiremos juntos
Las técnicas de respiración profunda ayudan a reducir la intensidad de la ira y de cualquier emoción. Enseñar a los niños a respirar profundamente contando hasta tres o a soplar imaginariamente una vela les permite calmarse antes de reaccionar impulsivamente. Juntos podemos poner en practica este tipo de ejercicios para ayudarlos a encontrar regulación emocional y momentos de paz.
Espacios para la calma
Crear un rincón en el aula al que los niños puedan acudir cuando se sientan abrumados les brindará la oportunidad de autorregularse. Este espacio puede incluir cojines, libros y materiales sensoriales que les ayuden a relajarse, es importante que sea un lugar seguro al cual puedan acudir de manera ordenada, pero libre, lo cual les dará seguridad al expresarse y hablar de sus necesidades.
Resolución de conflictos
Ayudar a los niños a encontrar soluciones pacíficas a los problemas fortalece sus habilidades sociales. Estrategias como el "tiempo fuera positivo", donde el niño reflexiona sobre su conducta sin sentirse castigado, pueden ser efectivas. Esto requiere escucharlos activamente y procurar dar un espacio a todas las partes, es importante abordar los conflictos sin juzgar a nadie y enfocarnos en la resolución sin invalidar las emociones de los otros.
Enseñar a los niños a manejar su ira, y en general a hablar de sus emociones, nos ayudará a mejorar la convivencia en el aula y les brindará herramientas para la vida. Poco a poco, con paciencia, empatía y algunas estrategias adecuadas podemos crear ambientes en los que la ira y otras emociones encuentren un espacio seguro. ¿Cómo trabajas esto con ellos? ¡Comparte con nosotros!