Debido a la pandemia que hemos vivido desde finales del 2019, muchos aspectos de la vida se han trasladado a las pantallas, celulares, computadoras, tabletas, dispositivos que se han vuelto parte esencial del día a día. Incluso los más pequeños han pasado mucho más tiempo delante de las pantallas, pues su escuela y su convivencia se trasladaron a esos espacios. Quizá muchos padres, previo a la pandemia, cuidaban mucho el tiempo que los niños dedicaban a la tecnología, pero si la escuela implica tomar clases a distancia este control se vuelve mucho más difícil.
Afortunadamente poco a poco las cosas se han reactivado, aunque no hemos vuelto a la normalidad, ya es posible asistir a clases presenciales, salir a ciertas actividades y jugar en el exterior, lo cual nos puede ayudar a limitar un poco el uso de tecnología, pero realmente será muy complicado alejarnos de nuestros dispositivos, también para los niños y los adolescentes.
¿Qué tan importante es limitar el uso de pantallas?
Si bien es necesario cuidar que los estudiantes asistan a clases y entreguen sus tareas, también es esencial que tengamos en mente los efectos que puede tener la tecnología en sus vidas, especialmente en los niños y adolescentes, que están en pleno desarrollo y que podrían vivir estos efectos a largo plazo.
Recientemente hemos podido observar que los niños, incluso los más pequeños, se han convertido en asiduos usuarios de tabletas y celulares, algo que sorprende a muchos adultos, pero que implica algunas consecuencias. La tecnología en realidad es adictiva y es posible que nos demos cuenta de la ansiedad que provoca en todos el alejarnos de ciertos dispositivos, además en los más pequeños provoca problemas para concentrarse, pues la información que pasa por las pantallas suele ser mucha en muy poco tiempo. Adicionalmente se ha visto que el uso abusivo de la tecnología puede limitar la creatividad de los niños, cambiando el lugar de juego de la imaginación a la pantalla.
¿Qué podemos hacer como docentes?
Muchas veces como docentes buscamos que los alumnos estén atentos y trabajen en su aprendizaje día a día, pues la distancia nos ha hecho perder algunos avances, ha frenado algunas clases y nos preocupa que el día de mañana todo esto tenga efectos en su educación, sin embargo, también debemos ser conscientes de las necesidades actuales de los alumnos, cuidar su salud, tanto física y mental muchas veces también depende un poco de la escuela, de que podamos ofrecerles espacios seguros y diversidad en sus actividades.
Si bien esto no implica cambiar por completo el enfoque con el que trabajamos ni que dejemos a los estudiantes sin tareas o que permitamos que falten a sus clases en línea, si podemos buscar estrategias de trabajo que los alejen de la pantalla, que permitan el juego o la creación de trabajos en otros espacios y con otras dinámicas.
Dejar tareas que impliquen un tiempo fuera de las pantallas puede ayudar tanto a los padres como a los propios alumnos a dejar de lado la tecnología por un rato, disminuyendo su tiempo de pantalla y permitiéndoles conocer otras habilidades para sí mismos. Esto puede parecer muy complejo, pues en la actualidad prácticamente todo se hace por medio de los dispositivos móviles, pero podemos pedirles narraciones basadas en la imaginación, incluso solicitar trabajos hechos a mano, así como proyectos que involucren el uso de habilidades motoras más finas, como la pintura, el dibujo, el trazado de mapas mentales y hasta la constricción de maquetas o modelos, que aunque requieren más tiempo y otros recursos, pueden ser de utilidad en estos momentos en los que necesitamos alejarnos mucho más de la computadora o el celular.
¿Crees que los estudiantes están demasiado inmersos en la tecnología? ¿Qué te parece que podamos hacer como docentes para alejar a los niños de las pantallas? ¡Comparte con nosotros tus ideas!