La enseñanza es una labor dinámica, aunque tengamos todo planeado y estemos acostumbrados a cierta rutina, es común que de vez en cuando nos obligue a adaptarnos a cambios inesperados y retos constantes. Desde imprevistos tecnológicos hasta modificaciones en el currículo o el estado de ánimo de los estudiantes pueden causar que nuestra cuidadosa planeación deba adaptarse a cambios importantes de último momento, por ello la flexibilidad es clave para mantener una enseñanza efectiva y motivadora.
¿Cómo prepararnos para este tipo de imprevistos?
Flexibilidad
Aunque nos haga sentir seguros esta idea, las cosas no siempre salen como las planeamos, en todos los ámbitos de nuestra vida mantenernos flexibles, dispuestos ante los imprevistos y preparados ante los cambios es muy importante.
Un cambio inesperado no es necesariamente una crisis, aunque si puede implicar un reto, prepararnos con estrategias para estos momentos nos ayudará en todos los ámbitos de la vida. Es importante mantener una actitud abierta ante lo que no conocemos, desafiar constantemente nuestras creencias y escuchar a quienes nos rodean, también es necesario estar receptivo ante los cambios, aunque es normal que estos no nos gusten, podemos fluir con ellos de manera más sencilla si los tratamos como algo positivo.
En todo momento debemos enfocarnos en soluciones más que en la idea de volver a lo que era o al plan inicial, saber que lo único que podemos hacer es adaptarnos nos ayudara a sentirnos más tranquilos. Para ello podemos tratar de tener planes alternativos para distintas situaciones, lo cual nos hará sentirnos preparados.
Tomar decisiones
Cuando algo cambia de forma inesperada, es importante que sepamos cuáles son las prioridades. En el aula en particular, debemos saber cuáles son los objetivos de aprendizaje y los conceptos prioritarios para la clase, así aunque la planeación deba cambiar de pronto, podremos adaptarnos con claridad.
Tener claros los conceptos clave que los alumnos necesitan aprender a lo largo del ciclo escolar y de periodos específicos nos ayudará en todo momento, pues aunque la ruta deba adaptarse sabremos cuál es el objetivo final. También nos ayudará a hacer ajustes necesarios cuando notemos que alguna de las metas no se está logrando o parece costar más trabajo.
Conocer nuestros recursos
La mejor estrategia para adaptarnos fácilmente a un cambio es saber cuáles son los recursos con los que contamos. Aunque algo en nuestras planeaciones no vaya de la manera en que habíamos pensado, saber si contamos con ciertas herramientas nos ayudará en los momentos de cambio.
Usar materiales que tengamos a la mano, hacer ajustes a nuestras metodologías conocidas, buscar que los propios estudiantes establezcan comunicación con otros alumnos y utilizar incluso proyectos que ya tengamos con los alumnos para darles continuidad podrían ser buenas rutas para cuando debemos cambiar.
Los alumnos también cuentan
Cuando enfrentamos un imprevisto en el aula, el docente no es el único que se ve afectado, todo el grupo experimenta ese cambio repentino aunque no siempre sea consciente de ello, por eso es que involucrar a los alumnos en la construcción de soluciones es tan importante, al final ellos son nuestros mejores aliados y podemos aprovechar la situación para desarrollar su sentido de pertenencia y de autonomía.
Explicar a los alumnos lo que ocurre y escuchar sus propuestas puede ayudarles a desarrollar creatividad y agencia sobre su proceso educativo, también darles opciones ante los cambios y permitirles tomar decisiones son excelentes formas de fortalecer sus habilidades.
Aprender de la experiencia
Si bien un cambio inesperado resulta un desafío para cualquier docente, tomarnos el tiempo para analizar la forma en que enfrentamos estos retos, las soluciones que utilizamos y contemplar alternativas nos ayudará en el crecimiento como docentes y como seres humanos. Siempre es recomendable evaluar qué funcionó y qué no, dialogar con nuestros compañeros para escuchar otras formas de abordar la situación y compartir nuestra propia experiencia.
Los cambios en la planeación de clases a veces son inevitables, pero con una actitud flexible y estrategias adecuadas, pueden convertirse en oportunidades de aprendizaje tanto para docentes como para estudiantes. ¿Te ha ocurrido alguna vez que debas cambiar por completo lo que tenías planeado para el aula? ¡Comparte con nosotros!