En clase enfrentamos todo tipo de situaciones, cada estudiante es distinto y algunos pueden enfrentar desafíos que no son tan comunes o que por lo menos destacan entre los de sus compañeros. Las dificultades de procesamiento sensorial pueden convertirse en un obstáculo para el aula, sin que estas se relacionen con las capacidades de nuestros alumnos, sí pueden afectar su aprendizaje, sus relaciones e incluso la dinámica de nuestra clase, pues un alumno sobrecargado sensorialmente o que no recibe suficientes estímulos puede llegar a tener crisis agotadoras.
¿Cómo detectar cuando un estudiante enfrenta sensibilidad sensorial que puede ser importante para su día a día? ¿Qué podemos hacer para mejorar su experiencia en el aula? ¿Qué herramientas harán la diferencia? Tanto los alumnos con dificultades del procesamiento sensorial, como sus compañeros se pueden beneficiar ampliamente de un aula segura que integra apropiadamente las necesidades de todos los alumnos.
Escuchar a los estudiantes
Es importante escucharlos y validar lo que nos expresan, algunos estudiantes pueden mostrar incomodidad en su día a día ante estímulos que quizá nosotros no detectamos o que no sentimos con la magnitud con la que lo expresan los niños con alguna sensibilidad sensorial, por lo que es muy importante que aún si para nosotros resulta exagerado pensar que la luz emite un sonido, por ejemplo, validemos su experiencia y busquemos en conjunto formas de solucionar la situación.
A veces algunas herramientas sencillas, como permitir el uso de protectores auditivos o probar con lentes oscuros de diferentes colores, colocar asientos que permitan el movimiento o utilizar mantas, mochilas o chalecos con peso puede ayudar mucho a mejorar la experiencia cotidiana de un estudiante.
Buscar herramientas para todos
Quizá los alumnos con necesidades sensoriales particulares son pocos, pero muchos otros pueden beneficiarse de algunas estrategias que ayudarán a mantener la atención o a liberar energía cuando es necesario. También puede ayudar a todo nuestro grupo a hacerle ver que todos tenemos necesidades distintas, promover la empatía y el compañerismo entre nuestros alumnos. Estas herramientas pueden ser tan simples y económicas como nos lo propongamos, con el simple hecho de crear un espacio en el aula donde los niños puedan estar en silencio, moverse de ser necesario o acceder a objetos sensoriales, con diferentes texturas, colores, sonidos o movimientos, puede hacer la diferencia.
Es importante mencionar a los niños que estos espacios y objetos no son juguetes, sino herramientas para el bienestar de todos, cuidarlos y utilizarlos de manera responsable es también un aprendizaje para el aula.
¿Cómo identificar necesidades sensoriales?
A veces los estudiantes saben que experimentan ciertas dificultades pero no saben cómo expresar lo que ocurre o no saben exactamente por qué les ocurre, esto puede estar presente a lo largo de todo el desarrollo aunque quizá no se haya identificado en los primeros años escolares porque las condiciones del aula eran diferentes o porque los alumnos han notado que mostrar su incomodidad tiende a traerles regaños o castigos.
Crear un espacio seguro donde los alumnos puedan expresarse y sentir que son tomados en cuenta es el primer paso para detectar cualquier desafío, pero también requiere observación, es importante que estemos atentos a los patrones de conducta en los niños, que tomemos en cuenta las fuentes de estímulos sensoriales que podrían afectar a nuestros alumnos y que busquemos cuáles cambios son los que más afectan al grupo.
Las luces, los sonidos muy fuertes, el desorden en el aula, la textura de la ropa o de algunos objetos del aula, el cambio de algunas rutinas o ciertas actividades que involucren el uso del cuerpo o de objetos distintos a los que el alumno está acostumbrado pueden ser indicativos de algún tema de sensibilidad sensorial. Cuando observes esto procura conversar con tu estudiante, saber qué ha identificado por sí mismo y procura conversar también con su familia, quizá en casa ellos puedan observar los métodos o las herramientas con las que se sienten más cómodos y esto trasladarlo al aula con las adaptaciones necesarias.
A la larga estas observaciones también podrían ayudar a las familias a obtener información y guía si es que exista alguna condición del desarrollo, como Trastorno de Espectro Autista o de Déficit de Atención, que suelen involucrar sensibilidades particulares.
Procesamiento sensorial
Algunos estudiantes pueden presentar hiposensibilidad o hipersensibilidad a diferentes estímulos, esto puede estar presente de ambas maneras en una misma persona y quiere decir que son mucho más sensibles a ciertos estímulos o que necesitan mayor información sensorial para regularse adecuadamente. El sonido de una ambulancia al pasar puede ser suficiente para lanzar a un alumno en una crisis de sobrecarga sensorial, mientras que la necesidad de movimientos repetitivos, como el mecerse, aplaudir o sacudir las manos, les ayuda a procesar información sensorial u obtener un estímulo cuando lo requieren.
En ningún caso estas conductas se deben al deseo de desafiar a la autoridad, son necesarias para sentirse cómodos en el aula y pueden ser necesarias para concentrarse y prestar atención a lo que ocurre en el aula. Tener en cuenta estos procesos ayudará a los alumnos a sentirse mejor en el salón de clases y potenciar su aprendizaje.
¿Crees que es importante integrar las necesidades sensoriales de los alumnos en el aula? ¿Qué herramientas has notado que son útiles para mejorar la experiencia de los alumnos? ¡Comparte con nosotros tus consejos y tips!