Ser docente es una profesión que requiere vocación y mucha pasión, no es fácil dar clases y todas las habilidades que implica estar al frente del aula pueden resultar en una situación abrumadora, sin importar cuánta experiencia tengamos o la pasión que nos inspire, es normal sentir cansancio ante el trabajo, a cualquier profesionista le puede pasar. Hay momentos en los que nos sentimos agotados y aunque amemos nuestro trabajo tenemos dificultades para disfrutar nuestro día a día.
¿Cómo podemos recuperar la motivación por nuestra profesión?
Sin culpa
Es importante recordar que esto le puede pasar a cualquier persona en cualquier campo laboral, sin importar cuánto amemos nuestro trabajo siempre habrá aspectos que no nos gusten tanto, que sean más complicados que otros, que lleguen a abrumarnos, así mismo nosotros como seres humanos no somos siempre los mismos, vivimos procesos emocionales y personales que pueden hacer que las cosas que normalmente hacemos con facilidad y amor a veces resulten complejas y cansadas. Agregar a esto el peso de una rutina continua, la presión económica, el cansancio general, resulta fácilmente en lo que actualmente se conoce como síndrome de burnout, que no es más que un agotamiento mental y físico del que es importante recuperarnos.
Esto quiere decir que estar desmotivados ante el trabajo no es algo que se relacione con nosotros de manera personal, no es algo malo ni significa que seamos malos docentes, a veces es fácil sentirnos culpables ante procesos como estos, cuando nos damos que no estamos rindiendo al mismo ritmo que en otros tiempos o que nos sentimos particularmente irritables con los estudiantes. Identificar que esto nos está ocurriendo es un gran primer paso para resolverlo y no debemos sentirnos mal por ello.
Buscar apoyo
La salud mental es muy importante, pero no siempre le ponemos la atención necesaria o ideal, pues creemos que nuestro proceso emocionales deberíamos poder atravesarlos sin la ayuda de otras personas. Este es un error común, pero la salud mental requiere la misma atención que la salud física y por lo tanto de vez en cuando podría requerir apoyo de un profesional, visitar a un terapeuta e incluso tener medicación cuando es necesario no es algo malo, no implica nada acerca de nosotros mismos y simplemente es un proceso como cualquier otro, como ir al médico por una infección o cuidar de una lesión física.
La terapia puede ser una gran herramienta para identificar en dónde estamos y por qué estamos en ese sitio, así como para encontrar herramientas que nos ayuden a llegar a un nuevo lugar donde nos sintamos más cómodos para avanzar.
Descansa
Este puede ser un consejo que parezca trivial pero es tan necesario como alimentarse, aunque no siempre le ponemos la atención necesaria. Date oportunidad de desconectar del trabajo de vez en cuando, cuida que los fines de semana sean un espacio para relajarte, por lo menos un rato, que tus vacaciones se aprovechen para dejar atrás el estrés del aula, y que de manera cotidiana obtengas el descanso que realmente necesitas.
Es posible que para algunos descansar sea estar en cama todo el día, mientras para otros requiere más actividad física, socializar más o estar en casa con nosotros mismos, cada quien tiene necesidades distintas y es importante estar atentos a lo que necesitamos para cuidar que se cumplan nuestros requerimientos personales.
Desconectar del trabajo también es muy importante. no tengas miedo a establecer límites muy precisos en cuanto a tus horarios y espacios libres de cualquier actividad relacionada con el aula.
Crea nuevas metas
A veces gran parte de nuestra desmotivación se debe a que sentimos que no vamos hacia ningún sitio, por lo que la rutina nos resulta abrumadora. Busca nuevas metas para lograr, establece planes de acción y prueba de vez en cuando nuevas actividades que sean un reto para ti, ya sea en el ámbito profesional o personal, esto pude ayudarte a vivir con más tranquilidad una rutina bien estructurada y a emocionarte por los días venideros.
Busca nuevos horizontes y no tengas miedo de avanzar hacia ellos, los desafíos harán más interesantes tus días y harán de tu trabajo también más emocionante y divertido.
Reconoce tus éxitos
Buscar la perfección, ser demasiado exigentes con nosotros mismos y nunca estar satisfechos con lo que hemos logrados también puede ser algo que nos lleve a perder la motivación, pues nunca estaremos realmente satisfechos con lo que hacemos, y por lo tanto sentirmos que nada de lo que hacemos es suficiente.
Ser amables con nosotros mismos y reconocer lo que hemos hecho bien puede ser un gran paso para una mejor relación con nuestro trabajo, evitemos compararnos con otras personas, reconocer lo mucho que hemos avanzado no siempre es ver qué tan cerca hemos llegado con respecto a otros.
¿Alguna vez has tenido una etapa de muy poca motivación en el aula? ¿Cómo recuperaste tu pasión por enseñar? ¡Comparte tus ideas con nosotros!