En el salón de clases tenemos muchas personalidades, diferentes formas de ver las cosas y de percibir lo que ocurre en clase, como docentes hemos conocido toda la variedad de personalidades y sabemos apreciar las pequeñas diferencias entre cada alumno, pues gracias a su manera de ver el mundo y a la diversidad de miradas, cada día es especial para nosotros.
En el mundo exterior las personalidades extrovertidas suelen llevarse todas las palmas, es natural que siempre estén bajo la luz del reflector y de hecho son quienes más buscan convivir, conversar, conocer a los otros y darse a conocer, lo que a veces aleja a los más serios del reconocimiento o incluso de formar lazos con el resto del grupo. Pero como docentes podemos crear espacios agradables para todos, en los que cada personalidad tenga su espacio de brillar y demostrar sus fortalezas. Aquí te damos algunas ideas para que esto sea más sencillo en el salón de clases.
Conocer sus razones
Antes que nada es importante distinguir entre los estudiantes introvertidos y los que son tímidos o incluso ansiosos. Ser introvertido significa que las baterías sociales de una persona se desgastan más rápido que las de los extrovertidos, lo cual suele requerir espacios privados, silencio y un poco de paz antes y después de eventos que requieren de mucha participación social, pero no significa que no lo disfrute o que no le guste. Una persona tímida, por el contrario, sencillamente no se siente cómoda al interactuar con otros, lo cual puede estar provocado por inseguridad, ansiedad, nervios o miedo.
Claro que puede haber un poco de ambas en un alumno callado, serio o que no parece tener muchos amigos, pero saber distinguir las causas de esas características nos ayudará a tener un aula mucho más integrada y segura para todos. Recuerda siempre escuchar a tus alumnos, conocer sus personalidades e ideas, así sabrás que adecuaciones necesitan tus clases.
Crea momentos silenciosos
Si tenemos estudiantes introvertidos es probable que en algún momento del día se sientan cansados y abrumados por las actividades grupales, especialmente si trabajamos con dinámicas activas o metodologías que requieren el trabajo en equipo, por ello es importante que para cada sesión encontremos la manera de ayudar a los alumnos introvertidos a recargar sus baterías, así como a quienes pueden llegar a abrumarse con estímulos constantes.
Una pausa en el día puede ser muy útil para todos, un momento para llevar a cabo una lectura en silencio o un ejercicio escrito, por ejemplo. Incluso podrías utilizar estímulos suaves para estos momentos, como música clásica o juegos de luces, pero recuerda prestar atención a las necesidades sensoriales de todos, evita el volúmen alto o las luces parpadeantes que puedan lastimar.
Permite una participación diversa
Como docentes sabemos que un aula activa, llena de voces que expresan sus opiniones y complementan la clase es el mejor espacio para crear ideas y lograr aprendizajes, pero no todos los alumnos participarán de la manera en que esperamos, algunos no se atreverán a levantar la mano y hacerlo en voz alta frente a todos, ya sea porque son más tímidos o porque prefieren otros medios para poner en orden sus ideas, por ejemplo, ejercicios breves de escritura, mapas mentales, cuadros sinópticos o incluso algunos dibujos. Estos medios son perfectos para que los alumnos que no se sienten tan cómodos al expresarse frente a todos de forma oral, tengan la oportunidad de expresar también lo que aprendieron o complementar otras ideas.
También puedes mejorar la experiencia de una participación oral, por ejemplo, al preparar a los estudiantes para este tipo de actividades, pidiéndoles al inicio de la clase que construyan una pequeña participación, que podrán tener lista al cerrar la clase, esto les permitirá saber qué pasará y estar tranquilos para enfrentar el momento, puedes apoyarlos con herramientas para esto, como crear listas de puntos importantes a mencionar durante la sesión.
Crea espacios para recargar energía social
Tener un rincón sensorial en nuestra aula puede ser algo extraordinario para todos los alumnos, este puede ser un pequeño espacio en la parte de atrás del salón de clases con juguetes sensoriales, audífonos para cerrar el canal auditivo al bullicio del salón, un asiento flexible que no sea una banca común y elementos que ayuden a los niños o jóvenes a relajarse y recuperar energía. Este espacio puede ser muy útil para quienes tienen problemas de autorregulación, para los alumnos con autismo o déficit de atención y también para los introvertidos, que podrán respirar tranquilamente unos minutos antes de sumergirse en actividades más sociales.
Conocerlo a su manera
Es importante permitir que los estudiantes socialicen con sus compañeros, aunque su estilo de socialización sea diferente al de los alumnos más extrovertidos, así que lograr un espacio donde ellos se expresen a su manera nos puede ayudar a conocerlos mejor, a nosotros y a sus compañeros de clase. Si su manera de hacerlo es a través de escritos o dibujos o cualquier otro tipo de expresión, puedes organizar una pequeña galería o crear un blog para que todos conozcan sus capacidades, talentos, intereses e ideas.
¿En tu aula tienes alumnos introvertidos? ¿Cuáles son tus estrategias para conocerlos y ayudarlos a participar a su manera? ¡Comparte con nosotros!