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31 10/2025

El error como oportunidad: cambiar la perspectiva en nuestras aulas

sala de maestros   por Soy SNTE 

Aunque como docentes sabemos que equivocarse no es sinónimo de fracasar, sino más bien una oportunidad de aprendizaje, desde la infancia crecemos con la idea de evitar el error, lo asociamos al descuido, a la torpeza o incluso a la falta de habilidades, en las aulas se celebra a quienes se equivocan menos y los errores se convierte en algo que debemos evitar a toda costa, pues pueden costarnos calificaciones y hasta regaños o castigos, recordatorios de que algo no salió bien. Pero el aprendizaje no ocurre en la ausencia de errores, sino precisamente en el diálogo con ellos, cada equivocación contiene una pista sobre cómo pensamos, cómo comprendemos y cómo podemos mejorar.

 

Buscar resignificar el error puede ser una clave para transformar la atmósfera del aula y la visión que tienen los alumnos del aprendizaje. Un ambiente en el que se nos permite equivocarnos es un ambiente en el que se fomenta la exploración, la autonomía y la creatividad. Naturalmente, los estudiantes que ponen menos peso en sus errores, se sienten más libres para intentar, para arriesgarse, para pensar en voz alta, en cambio, el miedo al error paraliza, dificulta el pensamiento crítico y limita la participación, pues los alumnos se concentran en evitarlo y tienen miedo de tomar decisiones o dar respuestas equivocadas.

 

¿Cómo cambiar esta perspectiva?

Uno de los aspectos más difíciles de esto es que aprender de los errores requiere un cambio cultural profundo, pues lo más común es sentir este rechazo a la equivocación, por ello para transformarlo requerimos pasar del juicio a la reflexión. No se trata de celebrar el error como un objetivo, sino más bien de verlo como una oportunidad y aprovecharlo. 

 

Un primer paso para hacer este cambio está en cómo abordamos el error en nuestras clases, siempre verlo desde esta otra perspectiva y propiciar la reflexión al respecto, podemos comenzar por preguntarnos a nosotros mismos y a nuestros estudiantes “¿qué aprendimos de esto?” o “¿qué te llevó a pensar así?”, lo cual nos puede dar pistas sobre el proceso y los puntos en los que podemos trabajar para cambiarlo, convertir un desacierto en una herramienta para el análisis y la comprensión.

 

Mapas de errores

El error revela los procesos de pensamiento de cada estudiante, lo cual permite al docente observar estrategias, intuiciones o malentendidos que de otro modo pasarían desapercibidos, así equivocarse se convierte en un acto de comunicación y diálogo entre alumnos y docentes: muestra dónde se encuentra el alumno en su recorrido y qué necesita para avanzar.

 

Prestar atención a las equivocaciones de los estudiantes, hacerles preguntas sobre su proceso de pensamiento y repensar esos tropiezos desde una perspectiva reflexiva es la mejor ruta para identificar la mejor manera de ayudarlos.

 

El error en colectivo

Un aula que acepta el error es también una comunidad que aprende en conjunto. Cuando un estudiante comparte su equivocación sin miedo y los demás la analizan con respeto, se construye un clima de confianza, de esta manera el docente deja de ser el único portador de la verdad y se convierte en mediador de una búsqueda colectiva.

 

Tolerancia a la frustración

Trabajar con el error también fortalece la resiliencia, pues para muchos es difícil trabajar con la frustración que genera intentar algo y fallar. Como docentes, tenemos la oportunidad de enseñar a los estudiantes a tolerar mejor esa frustración, a revisar, a intentar de nuevo, lo cual es más fácil si dejamos de ver el acierto como el objetivo de todos nuestros intentos. Si dejamos de pensar que el resultado es el objetivo principal de cada cosa que hacemos y ponemos un mayor peso en el proceso como parte de nuestros objetivos, nos sentiremos menos frustrados cuando las cosas no salen como las esperábamos desde el inicio, pues habremos obtenido muchos otros beneficios a través del proceso. En un mundo que cambia constantemente, la capacidad de aprender de los tropiezos es más valiosa que la idea de acertar todo el tiempo. 

 

Ante los errores, la mirada del docente es fundamental. Un comentario empático, una pregunta abierta o una retroalimentación oportuna pueden transformar una experiencia negativa en un momento de crecimiento. ¿Cómo abordas los errores en tu aula? ¿Crees que la experiencia que tienen con sus errores puede cambiar el aprendizaje de un alumno? ¡Comparte con nosotros!

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