En un mundo que se mueve a gran velocidad casi todos estamos acostumbrados a vivir con cierta cantidad de estrés, la vida nos exigen un ritmo acelerado y hemos llegado al punto en el que a veces nos olvidamos de cómo nos sentimos, nos lo recuerdan síntomas más físicos como el cansancio, el dolor de cabeza u otras afecciones que se suman a nuestros retos cotidianos y a veces, cuando se ha acumulado demasiada tensión llegamos a sentirnos muy abrumados.
Sentir estrés es normal, podemos experimentarlo incluso frente a situaciones positivas como un cambio importante en nuestra vida, mudarnos, casarnos, cambiar de trabajo, momentos que pueden ser emocionantes, pero al ser novedades nos causan estrés; esto en sí mismo no es algo malo, es un mecanismo que tiene nuestro cuerpo para enfrentar los desafíos, nos hace sentir alerta, nos da energía y aumenta nuestra velocidad de respuesta, el problema es que sentir estrés de manera cotidiana o llegar a momentos en los que resulta demasiado abrumador puede sentirse como algo insostenible.
¿Cuándo es demasiado?
Si, hay ocasiones en las que el estrés es inevitable, podemos manejarlo e incluso aprovecharlo, pero este se convierte en un problema cuando comienza a afectar nuestra salud, tanto física como mental, y cuando resulta un obstáculo para llevar a cabo nuestras actividades o cumplir nuestras metas. Hay momentos en el que el estrés se siente demasiado y cualquier cosa nos provoca emociones desbordadas, las tareas, aunque parezcan simples por fuera, nos resultan complejas o imposibles, nuestras relaciones se ven afectadas porque se nos dificulta gestionar conflictos y expresar nuestras emociones, o sencillamente cuando sentimos que es demasiado.
Es importante señalar que independientemente de las señales que podamos observar o no observar, el estrés se convierte en un problema cuando nosotros sentimos que es demasiado, no es necesario compararnos con otras personas, ni cumplir con una cantidad de estrés específica, se trata simplemente de saber que si llegamos a un punto en el que las cosas se sienten demasiado abrumadoras es momento de actuar, pedir ayudar y cuidarnos un poco más.
¿Qué podemos hacer en esta situación?
¿Estás haciendo demasiado?
Aunque tenemos muchas metas y responsabilidades, es importante identificar cuando estamos cargando demasiadas cosas. Date un momento para observar tus ocupaciones, los pendientes que tienes y las cosas que te están causando tensión, a veces es importante soltar y entender que no todo está bajo nuestro control. Es verdad que la vida en sí misma es exigente y hay cosas que no podemos dejar de lado, pero a veces tomamos situaciones que no nos corresponden o hemos acumulado diferentes ocupaciones que se sienten necesarias, pero que toman demasiada energía y pueden esperar.
Recuerda aprender a decir que no, a pedir apoyo de otras personas cuando sea necesario y también a dejar que algunas cosas sucedan. No está mal delegar responsabilidades, buscar que nuestros entornos sean más equitativos y dejar que algunas situaciones ocurran sin controlarlas.
Prioriza tu bienestar
Si, es verdad que existen muchas tareas pendientes, responsabilidades que no podemos ignorar, pero priorizarse a ti debe ser lo más esencial. Esto no quiere decir que de la noche a la mañana ignores todo lo que tienes que hacer, pero si requiere cambios y la consciencia de que lo más importante es que tú estés bien para que otros estén bien también. A veces esto quiere decir que necesitas poner límites en tus relaciones, dormir más horas aunque se queden pendientes antes de ir a la cama, buscar una mejor alimentación o darte unas horas a la semana para atender tu salud, tus emociones y tu descanso.
Cuidarse no siempre se siente como algo placentero, a veces requiere hacer cosas que no se sienten tan bien o que resultan muy incómodas, como abordar conflictos con otras personas o dejar de lado responsabilidades que se nos han impuesto, pero siempre ten en mente que es por el bien común, además del tuyo.
Pide ayuda
No todo podemos manejarlo solos y aprender a aliviar nuestro estrés puede ser algo que requiere re-aprender algunas cosas, especialmente porque para muchos de nosotros la gestión de emociones y la inteligencia emocional son términos que aprendimos ya en la vida adulta, por ello buscar ayuda cuando sentimos que no podemos con lo que tenemos en la mano es necesario, importante y muy beneficioso. Esto puede ir desde hablar con nuestros amigos y familiares hasta hacer cita con un terapeuta, pedir ayuda es siempre signo de fortaleza y madurez.
¿Alguna vez te has sentido muy abrumado por la vida cotidiana? ¡Es normal! Lo importante es que es posible recuperar la calma y sentirnos mucho mejor. ¿Qué consejos le darías a otros docentes en esta situación? ¡Comparte tus ideas con nosotros!