Muchos alumnos se sienten presionados por los resultados que obtienen en las clases y algunos otros aparentan no pensar en ello, dan la impresión de que nada de eso les importa, por lo que muestran poco interés o esfuerzo durante la clases. Tanto los que se preocupan demasiado, como los que no parecen estar muy comprometidos comparten algunos temores, especialmente el miedo al fracaso.
En ocasiones lo único que los hace diferentes es que los primeros han tenido previamente un éxito relativo en cuanto a resultados, por lo que se preocupan del momento en el que fracasarán y perderán el reconocimiento, aprecio y admiración de los adultos. Los segundos, por el contrario, suelen haber tenido problemas con las calificaciones en el pasado, por lo que han optado por una estrategia en la que, al aplicar poco esfuerzo, la obtención de malos resultados será esperada.
Es importante transmitir a los alumnos que los resultados son diferentes para cada persona, que dependen mucho del esfuerzo que pongamos, pero que fallar en un examen o tener una calificación menor a la que tienen otros compañeros no significa que se haya fracasado.
El fracaso es parte del proceso
La mayor parte de las personas nos sentiremos deprimidos ante un resultado pobre, ya sea en un examen, en algún proyecto, en el trabajo, porque socialmente damos mucha importancia al éxito. Es necesario transmitir a los alumnos que fallar es parte del proceso de aprendizaje, equivocarnos es inevitable y por lo tanto no es algo que debamos lamentar, ni castigar. Lo importante no es el resultado en sí mismo, sino lo que podemos obtener del proceso vivido para llegar a él y de lo que podemos aprender posteriormente, cuando ya hemos obtenido ciertos resultados.
Sin embargo, tanto en la escuela, como para los padres y para el proceso académico, las calificaciones son muy importantes. Se les da mucho peso a la hora de mostrarlas a los padres de familia e incluso para continuar en el futuro de la educación personal, una calificación muy baja será un indicador de fracaso posterior, incluso de deserción, por lo que parece ser un condicionante poderoso para los alumnos. Es necesario que desde el salón de clases cambiemos esta perspectiva.
Evitemos etiquetar a los alumnos
Ante este panorama, en el que se vuelve tan importante tener estudiantes con calificaciones positivas, muchos alumnos tienden a ser vistos como mediocres o incluso rebeldes, poco trabajadores, por no mencionar la asociación que esto a veces se hace con la inteligencia. Mientras otros se convierten en los más responsables, los más hábiles o los más talentosos.
Estos adjetivos se convierten en etiquetas que los alumnos llevan consigo a las clases, ellos mismos se consideran poco capaces para mejorar en la escuela o llegan a pensar que no vale la pena hacer un esfuerzo si de todas formas los adultos tenderán a etiquetarlos de cierta manera. Los alumnos vistos como talentosos sienten el temor de perder esa consideración o al momento de enfrentar un error sentirán que lo han perdido completo.
La visión que tendrán de sí mismos se verá condicionada por cómo los etiquetan los adultos.
Como docentes podemos evitar o cambiar esto en nuestros estudiantes, depende mucho de nosotros la forma en la que los alumnos abordarán sus calificaciones, ya sea positivas o negativas.
Ni muy listo, ni poco talentoso
El talento y la inteligencia son categorías en las que tenemos poca capacidad de acción. Estas características se ven como un don dado con el nacimiento y que no podemos modificar sin importar qué tanto nos esforcemos por ello. Debido a esto, si nosotros halagamos a los estudiantes por estas características les transmitiremos a todos la sensación de que no pueden hacer nada para ser también halagados, o que esto proviene de una característica que no pueden modificar ni entender.
Es preferible que en clase destaquemos el esfuerzo del alumno, sus propios avances, aunque estos sean particulares para cada uno. Es mejor celebrar un pequeño avance, producto de la constancia.
¿Crees que tus alumnos se han visto afectados por esta visión del fracaso y del éxito? ¿Tienes alguna estrategia para combatir esta visión en tus estudiantes? ¡Comparte con nosotros tus ideas!