Todos los estudiantes, sin importar su historial académico, llegan a tener momentos en los que lidian con dificultades para mantener su rendimiento escolar, ya sea por situaciones personales o porque las materias tocan algún tema difícil para ellos, es normal que incluso los alumnos más dedicados tengan alguna dificultad. Para todos ellos, sin importar sus resultados previos, es necesario construir estrategias que les ayuden a desarrollarse con más facilidad y a recuperar el ritmo.
El rendimiento académico no es algo que dependa de un solo factor, por ello es importante trabajar en conjunto con las familias de nuestros estudiantes para lograr que el desempeño de todos los estudiantes, especialmente cuando las calificaciones no son las esperadas, sea el mejor posible. Este aspecto, sin embargo, puede implicar un reto importante para las familias, que no siempre tienen la experiencia o las habilidades necesarias para apoyar a sus hijos cuando necesitan un refuerzo académico. ¿Qué podemos hacer para que ambos, alumnos y familias tengan el apoyo que necesitan?
Comunicación abierta
La base para mejorar cualquier situación es la comunicación, tanto de nosotros como docentes hacia las familias, como en casa, con los estudiantes. Recuérdales a los padres que es crucial que hablen con sus pequeños acerca de su desempeño escolar con calma y sin juzgar sus respuestas, no se trata de regañarlos, sino de entenderlos. Preguntarles cómo se sienten respecto a la escuela y qué creen que está fallando puede abrir un espacio para comprender mejor los retos que están enfrentando.
Motivar a los niños a expresarse sin miedo a ser regañados es clave. Un diálogo abierto les permite identificar si el problema está relacionado con una materia en particular, gestión emocional o simplemente es falta de organización.
Rutinas en casa
Muchas veces, un rendimiento escolar bajo está relacionado con hábitos de estudio poco eficientes. Recomendarles a las familias que ayuden a los jóvenes a establecer una rutina diaria para repasar los contenidos vistos en clase, así como para realizar sus tareas es un buen inicio. Las rutinas ayudan a crear momentos de tranquilidad y a mejorar la concentración, además de crear hábitos continuos, por lo que fijar horarios específicos en el día para estudiar y cuidar que estos se respeten puede ser un gran inicio.
Adicionalmente es importante crear espacios físicos que les ayuden a estudiar sin interrupciones, en los que se sientan cómodos y cuenten con los recursos necesarios para realizar sus tareas, esto puede verse diferente para cada familia y quizá algunos hogares sientan que no pueden proporcionar lo necesario, pero algunos ajustes en la rutina familiar pueden ser más que suficientes, guía a los padres para que observen las áreas de oportunidad en este aspecto.
Atención y flexibilidad
Algunos padres tienden a ser muy estrictos o a vigilar demasiado a sus hijos, especialmente cuando sienten que algo falla en su rendimiento académico. Si bien es muy importante que los padres presten atención a los resultados académicos y hagan los ajustes necesarios para que los estudiantes sepan que deben prestar atención a la escuela, también es importante que exista comodidad, flexibilidad y sobre todo, sensación de seguridad en los estudiantes, tanto para afrontar los retos como para comunicarse con la certeza de que sus padres estarán incondicionalmente para ellos.
Acompañar a los niños en sus estudios no es sinónimo de presionarlos, como tampoco de hacer el trabajo por ellos, sino de garantizarles que a pesar de las dificultades, juntos lograrán mejorar cada aspecto de la vida cotidiana.
Hacer equipo
Para algunos padres puede ser difícil observar el alcance de la comunicación abierta con los docentes de sus hijos, pues en ocasiones se percibe que la casa y la escuela son espacios independientes, por ello es que comunicarles el impacto que tiene la presencial familiar en la escuela, así como la vida escolar en el ánimo de los alumnos en casa es esencial. Crear un ambiente en el que los padres sientan que pueden comunicarse con el docente y crear estrategias en conjunto puede ayudarles a sentirse más seguros a ellos también, que muchas veces no saben cómo afrontar una situación específica.
Celebrar las victorias
En general, es muy común prestar mucha más atención a los errores y a los resultados poco favorecedores que a los buenos resultados y los indicios de progreso, esto le pasa también a los niños y adolescentes que al tener malas calificaciones o fallar en sus exámenes tanto padres como docentes reaccionan inmediatamente, hay regaños, castigos y consecuencias, sin embargo, cuando existe un progreso o las calificaciones se mantienen en un rango aceptable no se da la misma reacción. Celebrar las victorias, incluso las más pequeñas, es muy importante para la motivación y la autoestima, no se trata de celebrarlo todo, sino de reconocer el esfuerzo y ayudarlos a ver el progreso que han tenido.
El equipo formado por padres y familias es fundamental para el desarrollo académico, comunicarnos y crear ambientes favorables para el estudio son acciones clave para acompañar a los estudiantes y motivarlos a esforzarse. ¿Qué tips le has dado a las familias de tus alumnos? ¿Cuáles son las mejores formas de abordar las calificaciones desde casa? ¡Comparte tus ideas con nosotros!