Cuando convivimos con niños gran parte de nuestro día, encontrar estrategias para la ayudar a mejorar la gestión emocional se convierten en algo muy importante, pues es probable que a lo largo de un solo día seamos testigos de momentos de mucha felicidad, pero también de ira, frustración, tristeza, todo el abanico de emociones puede estar presente en unas cuantas horas. A pesar de ser algo tan común e importante en el aula, no siempre contamos con herramientas efectivas para ayudar a los niños frente a emociones intensas.
¿Qué estrategias podemos utilizar para gestionar la ira y otras emociones igualmente intensas?
Ayúdalos a identificarlas
La gestión emocional no es solo cosa del momento en que las emociones se muestra disruptivas y sonoras, en realidad este es un tema que debe trabajarse constantemente y desde muy temprana edad, nunca debe dejarse de lado, aunque seamos adultos y creamos que somos expertos en emociones. Ayudar a los niños a identificar qué es una emoción, como se distinguen unas de otras, cuáles son las características de cada una de ellas, en qué parte del cuerpo las experimentan, cómo se llaman y, sobre todo, qué las provocan es parte del proceso de desarrollo.
Las emociones pueden llegar a ser incómodas, incluso la felicidad más intensa nos puede hacer impulsivos, con lo que podemos ponernos en riesgo o afectar a otros. Saber qué son, escucharlas y tener a la mano ideas para manejarlas es tan importante como aprender a leer o sumar. Trabaja con ellos en esta exploración, hazles preguntas que les ayuden a conocerse mejor, a identificar las situaciones en las que sus emociones son más agudas y las reacciones que han tenido ante estas sensaciones, todo eso ayudará a desarrollar una mejor gestión.
Dales herramientas en el momento
Sin importar lo mucho que reflexionemos acerca del proceso emocional, es probable que en el momento de sentir una emoción muy intensa necesitemos estrategias específicas y puntuales para hacerles frente, cuidar nuestros impulsos, sentirnos mejor y pensar antes de actuar es necesario. Ten a la mano una lista de opciones y enseña a tus alumnos de antemano algunas de estas para que ante una crisis emocional tanto ellos como tú sepan con qué herramientas cuentan.
—Enséñales a respirar profunda y lentamente, esto ayudará a disminuir el ritmo cardíaco y a anclarlos en el presente, puedes ayudarles con ejercicios como “silbar como serpiente” al sacar el aire, lo que hará más lenta la salida del aire.
—Añade el uso del cuerpo a estos ejercicios de anclaje, estirar los brazos en conjunto con exhalaciones largas puede ayudarlos a ser más conscientes de su cuerpo y a focalizar su energía.
—Ejercicios en los que utilicen la energía que están sintiendo puede ayudar a transitar los momentos más intensos de cualquier emoción, déjalos que salgan del aula a caminar, dar algunos saltos o empujar una pared son siempre opciones útiles.
—Crea un espacio de calma en el que puedan pasar el tiempo necesario consigo mismos, evita presionarlos a convivir inmediatamente, obligarlos a volver a la clase y callar lo que sienten tampoco es la mejor idea.
Expresar lo que sienten
Una vez que el momento más intenso ha pasado puedes ayudarlos a articular lo que han sentido y a entender las razones por las que lo han sentido. Con la cabeza más fría ellos pueden explicarnos qué disparó esa reacción, por qué creen que se sintieron así y cuál es la mejor manera de atravesarlo. A veces se trata de una frustración propia, a veces no tiene una explicación clara, recuerda decirles que sus emociones son siempre válidas e importantes, pero que sus reacciones son responsabilidad propia y estas pueden afectar a otros.
Evita hacerlos sentir avergonzados
Las emociones no deben ser nunca motivo de vergüenza, los sentimientos no son signos de debilidad y aunque hay emociones que se consideran negativas, como la tristeza o la ira, por la incomodidad que nos hacen sentir, todas son importantes, son naturales y es inevitable sentirlas. Algunas expresiones de estas emociones son en realidad necesarias, el llanto, por ejemplo, es liberador, y puede ser una forma de regulación, además de un medio de expresión, no les digas que no deben llorar, tampoco utilices frases como “los niños buenos no se enojan”, en realidad todos nos enojamos y todos somos felices, es muy importante que la escuela sea un espacio seguro donde aprendamos a conocernos mejor.
¿Cómo manejas las emociones intensas en el aula? ¿Qué consejo le darías a un docente que tiene dificultades en esta área? ¡Comparte con nosotros tus ideas!