En la dinámica cotidiana de la enseñanza, a menudo percibimos el aula como un espacio donde el docente guía y los estudiantes escuchan, sin embargo cada vez es más evidente que la educación no se trata de un proceso unidireccional, el verdadero aprendizaje surge cuando los estudiantes no solo reciben información, sino que tienen la oportunidad de cuestionar, proponer, decidir y construir. Dar voz al estudiante no significa perder autoridad o diluir los objetivos de la clase, más bien se trata de reconocer a los estudiantes como sujetos activos capaces de enriquecer el proceso educativo.
¿Cómo fomentar la voz de los alumnos?
En ocasiones el docente se enfrenta a salones de clase en donde los alumnos tienen dificultades para utilizar su voz en clases, pero lograr una participación activa puede comenzar con algo tan sencillo como hacer preguntas abiertas que busquen dar lugar a las opiniones y pensamientos de los alumnos más que exigir respuestas correctas. Cuando el docente se convierte en un facilitador que provoca la reflexión y no solo en un transmisor de datos, los estudiantes sienten que su opinión importa y que pueden aportar algo a su clase, por ello permitir espacios de diálogo, debates estructurados o incluso breves momentos para que ellos compartan sus experiencias personales relacionadas con el tema de estudio puede abrir la puerta a una autonomía que fortalece la confianza en sí mismos.
¿Cómo lograr esto?
Aunque esto suena muy bien, motivar a los alumnos a lograrlo puede ser complejo y resultar realmente difícil, pues muchos están acostumbrados a ser agentes pasivos en la escuela, acostumbrados a las reglas impuestas, adultos autoritarios y a recibir información más que a construir conocimiento. Para motivarlos es necesario construir ambientes seguros en los que puedan sentirse tranquilos de compartir sus pensamientos, construir una mentalidad de crecimiento que no se centre solamente en aciertos y errores, sino en la capacidad de estudiar el conocimiento, y ayudarlos con recursos que les sirvan para estructurar sus pensamientos en mensajes más claros. Todo esto lleva tiempo y retroalimentación continua, pero puede generar un cambio importante en ellos para el futuro.
¿Cómo fomentar su autonomía?
La autonomía no se da de un día para otro, requiere una construcción progresiva y reafirmación continua. Los estudiantes necesitan aprender a tomar decisiones sobre su propio aprendizaje, lo cual puede ocurrir en distintos ámbitos dentro de la misma aula, desde elegir la manera de presentar un proyecto hasta decidir los roles que asumirán en una dinámica grupal. Lo importante es lograr, como docentes, dar opciones y guiarlos sin imponer, todo esto ayudará a fomentar en ellos un sentido de responsabilidad sobre su propio proceso. Esto aumenta la motivación y desarrolla habilidades de autorregulación, fundamentales para la vida académica y personal.
Aprender a aprender mejor
Un aspecto clave para lograr una mayor participación y autonomía es la retroalimentación en ambos sentidos. Como docentes debemos ayudar a los estudiantes a tomar decisiones más asertivas, pero también es necesario escuchar sus voces y tomarlas en cuenta para el ritmo de la clase. Escuchar al estudiante implica también dar respuesta a lo que expresa, si un grupo comparte que necesita más tiempo para comprender un tema, el docente puede adaptar el ritmo o proponer estrategias adicionales. Cuando el alumno percibe que su opinión transforma la práctica educativa, se refuerza la idea de que su participación tiene un verdadero impacto.
Gestión exitosa del aula
La idea de darle espacio a los alumnos para tomar decisiones puede confundirse con la noción de perder control del aula, sin embargo no se trata de esto, por el contrario, un espacio en el que los alumnos se sienten escuchados, reconocidos y tomados en cuenta, aumenta la disposición al trabajo y disminuyen los conflictos, pues alcanzan una mejor regulación. Un estudiante que participa activamente es un estudiante comprometido, el reto consiste en equilibrar la libertad con la estructura, permitiendo que cada voz encuentre un lugar sin que se pierda la dirección pedagógica.
En un mundo que valora la creatividad, el pensamiento crítico y la capacidad de trabajar en equipo, formar estudiantes autónomos y participativos es una necesidad. Darles voz en el aula es preparar a ciudadanos que no temen expresarse, que saben escuchar y que pueden contribuir con ideas propias. ¿Cómo fomentas esto en tu aula? ¡Comparte tus ideas con nosotros!