Aplazar nuestras tareas hasta el último momento es un problema que puede llegar a afectarnos de manera significativa, no solo por la tensión y la prisa que ponemos al momento de realizar nuestro trabajo, también por las emociones que esta conlleva.
¿Podemos vencer este hábito extraño? Es posible, pero requiere de muchos otros hábitos distintos y de acciones conscientes que puedan vencer a esa parte de nuestra mente que no desea ponerse a trabajar.
¿Quiénes tienden a la procrastinación?
En realidad es algo que todos hemos experimentado en algún momento, tener una tarea que no queremos llevar a cabo y poner en medio toda clase de distractores que nos impiden realizarla. Esto nos puede ocurrir incluso con tareas que si deseamos lograr, que disfrutamos de alguna manera o que nos acercarán a algún objetivo particular.
Es posible que si somos personas demasiado perfeccionistas o que tememos al fracaso suframos con la procrastinación un poco más que los demás, pues se trata de un mecanismo de defensa que nos ayuda a que un fracaso no sea un problema inherente a nosotros, sino al hecho de que realmente no dedicamos el tiempo suficiente a resolver la tarea o que nos preocupe demasiado el hacer mal las cosas por lo que deseemos evitar hacerlas de forma inconsciente.
El problema es que aplazar las tareas es algo que también nos incomoda, nos genera culpa y ansiedad, además de no dejarnos disfrutar otras actividades debido al pendiente continuo en nuestra mente. Como muchas otras acciones que nos dan alivio a corto plazo, realmente no resultan útiles a largo plazo, causando mucha más ansiedad de la que nos resuelve.
Afortunadamente existen algunos trucos que pueden ayudar a nuestra mente a sentirse más cómoda ante tareas que nos causan algún tipo de estrés, aquí hay tres tips muy efectivos.
Divide la tarea en pasos
Cuando algo nos abruma tendemos a pensar que no podremos resolverlo, además de perdernos en un proceso imaginario y abstracto, haciéndolo ver mucho más grande de lo que era en un inicio. Por ello, comenzar, dar un solo paso, parece algo muy difícil.
Es importante que ante tareas que parecen muy grandes o complejas comencemos por fragmentos más pequeños y manejables. Crea una lista de instrucciones y pasos que te ayuden a comprender mejor cuánto tiempo te tomará llevar a cabo esas acciones, aunque se trate de fragmentos, dividir una gran tarea en fragmentos manejables puede ser muy útil para este tipo de problemas.
No te regañes demasiado
La procrastinación surge de una emoción no tan positiva como una recompensa temporal para evitar la incomodidad. Si después de procrastinar nos reprendemos a nosotros mismos entonces comenzaremos un ciclo nuevo. Es importante saber por qué estamos procrastinando, analizar las razones que nos hacen sentir que no podremos con esa tarea, la razón por la que nos causa tanta ansiedad, para poder hacer algo ante esos pensamientos y no ante la respuesta en sí, que es la procrastinación.
Pero castigarnos por nuestra acción o falta de ésta no nos ayudará en ningún sentido, por el contrario, aumentaremos sentimientos como culpa, ira, decepción o tristeza. Aprender a conocernos mejor es un buen inicio para tratarnos con más amabilidad.
Programa tiempos de trabajo
Es posible también que nuestro deseo por procrastinar aumente si la tarea que tenemos ante nosotros parece o es muy larga, nos hará sentir que no podremos hacer ninguna de las otras cosas durante el tiempo que estemos frente a ella, por lo que sentiremos la necesidad de sacar ventaja y realizar algunas otras acciones antes de resolver esa tarea tan tardada.
Por ello trabajar por metas de tiempo nos puede ayudar a sentir que llevamos el control y a concentrarnos con mayor facilidad, concéntrate solo por periodos específicos, 20 minutos es un buen comienzo y no te olvides de descansar.
La procrastinación puede provocarnos algunos tropiezos en el camino a alcanzar nuestra metas, por lo que aprender a trabajar a pesar de ella puede ser muy importante.