El pensamiento matemático es una habilidad esencial que permite a los estudiantes analizar, razonar y resolver problemas en diversos contextos. Más allá de memorizar fórmulas o procedimientos, se trata de comprender conceptos y aplicarlos de manera lógica y creativa. Como docentes, tenemos la oportunidad de ayudar a nuestros estudiantes a fortalecer estas habilidades en ellos, algo que lejos de enfocarse en las calificaciones les ayudará a lo largo de todo su proceso académico.
¿Qué estrategias podemos poner en práctica para esto?
Resolución de problemas
Plantear desafíos que permitan a los estudiantes aplicar las matemáticas en situaciones reales puede ser un buen comienzo, pues promoverá la idea de que los ejercicios matemáticos no son solamente una asignatura que deben aprobar, sino una parte importante del mundo que les rodea. Esto también podría ayudar a los alumnos que sienten ansiedad al momento de resolver ejercicios en clase o al hacerle frente a los exámenes, ya que disminuiría la presión de acertar por cuestiones de evaluación.
Crear un ambiente seguro para estos ejercicios es fundamental, los escenarios deben ser flexibles y amigables. Puedes comenzar con cosas sencillas como escribir recetas y calcular las porciones por medio de fracciones o hacer un presupuesto para un día de compras.
Buscar que los alumnos reflexionen sobre sus procesos mentales puede ayudar mucho a desarrollar habilidades de análisis y argumentación. Las matemáticas son procesos y motivar a los alumnos a analizar sus caminos de pensamiento puede fomentar sus capacidades ejecutivas además del pensamiento crítico.
Cuando resuelvan ejercicios, entreguen sus tareas o participen en clase procura hacerles preguntas que les permitan observar su proceso de pensamiento, incluso si sus respuestas no son las correctas. Utiliza preguntas como “¿cómo llegaste a esa conclusión?” “¿Qué datos te indicaron esa respuesta?” “¿Por qué esa parece la mejor respuesta’” “‘¿Qué otro método crees que podría ayudar?”
Manos a la obra
Objetos como bloques, fichas o figuras geométricas son herramientas valiosas para que los estudiantes visualicen conceptos abstractos, lo cual puede ser útil sin importar el nivel académico en el que se encuentren. A veces las matemáticas requieren conceptos difíciles de comprender, pues parecen totalmente imaginarios, buscar formas de representación es de gran utilidad para evitar la confusión. Por ejemplo, pueden usar bloques para aprender fracciones o fichas para entender el concepto de suma y resta.
Los juegos son una manera divertida y efectiva de enseñar matemáticas. Actividades como el bingo numérico, rompecabezas o aplicaciones digitales interactivas permiten practicar habilidades matemáticas de forma dinámica. Además, promueven la colaboración y la competencia sana entre los estudiantes.
Conectar las matemáticas con materias como ciencias, arte o historia también puede ser una gran estrategia, lo cual puede despertar la curiosidad y el interés científico en alumnos que se sienten mucho más atraídos por temas que no tienen que ver con las matemáticas.
Indaga algunos de los intereses más comunes de tus estudiantes y ayúdalos a vislumbrar el vínculo entre las ciencias exactas y esas pasiones que tienen en su vida, todas las materias utilizan algunos datos matemáticos, por ejemplo, explora patrones geométricos en el arte, analiza datos en experimentos científicos o estudia la evolución de los sistemas numéricos en diferentes culturas. Estas conexiones enriquecen el aprendizaje y muestran la relevancia de las matemáticas en varios contextos.
Desarrollar el pensamiento matemático en los estudiantes es un proceso continuo que requiere creatividad, paciencia y estrategias pedagógicas efectivas. Como docentes, integrar estas prácticas en nuestras clases ayudará a nuestros estudiantes a convertirse en pensadores críticos y a desarrollar habilidades más allá de la resolución de problemas y ecuaciones. ¿Cómo ayudas a tus estudiantes en este aspecto? ¿Has puesto en práctica algún ejercicio similar?