En la escuela una de las partes más importantes para el desarrollo de los alumnos es la evaluación, a través de ésta nosotros como docentes y ellos como estudiantes podemos evaluar qué tanto han avanzado desde el último punto de revisión y cuáles son sus retos actuales. Sin embargo, el sistema de evaluación tiende a concentrarse en la obtención ciertos resultados como la meta de la escuela, entre mayores números obtengan más exitoso se considera al estudiante con lo que el verdadero sentido de la evaluación pierde terreno.
Por ello, dar a los estudiantes una retroalimentación efectiva, que les permita ver con claridad cuáles son sus avances, así como sus retos es tan necesario. Esta información les puede ayudar a identificar cuáles son las partes esenciales del aprendizaje
La evaluación no solo es un resultado, debe ayudarnos a ver el camino por el cual el estudiante debe transitar para llegar a lo que se espera que aprenda en cierto momento y la retroalimentación es justamente eso, la información necesaria para el estudiante al momento de tomar decisiones y abordar el aprendizaje, para que en lugar de concentrarse en el número impreso en su boleta de calificaciones pueda plantear metas y saltar los desafíos.
¿Cómo dar una retroalimentación más eficiente?
Concéntrate en lo positivo
Comienza por los aspectos positivos, un alumno que siente que puede lograr cosas nuevas estará más dispuesto a escuchar las ideas que les pueden ayudar a sobreponerse a las dificultades y en general, cuando nos comunicamos con alguien, puede ser una gran estrategia comenzar por los puntos positivos antes que por los negativos, así que intenta darle a tus alumnos una retroalimentación positiva constantemente.
Esto también les ayudará a conocer mejor sus habilidades y fortalezas con las que podrán trabajar sus estrategias para alcanzar sus objetivos.
Procura llevar un registro
La idea de la retroalimentación es crecer, pero a veces ese crecimiento es complicado de medir, pues a la distancia no sabemos con claridad si realmente hemos avanzado, además de que el trabajar constantemente en algo puede hacernos sentir cansados y estancados. De hecho la evaluación tiene ese objetivo, el mantener un registro de resultados obtenidos, pero esto puede hacerse complejo si los alumnos creen que el objetivo en sí es obtener un 10.
Sé constante
La retroalimentación requiere de seguimiento, por lo que nosotros como docentes también debemos asumir el compromiso de hacer de esto una práctica constante y parte del día a día en nuestra clase. Hacerles observaciones específicas a los alumnos regularmente, programar reuniones creadas para hablar de los avances y escucharlos también en su proceso, reconocer los pequeños éxitos y estar al tanto de los retos personales nos pueden ayudar a ser constantes sin desgastarnos tanto.
Establece metas
Una forma muy simple de evaluar nuestro progreso es tener a la mano objetivos claros, así sabremos cuando los estamos alcanzando. Es importante que las metas que establezcamos sean alcanzables, así como divididas en corto y mediano plazo, pues los alumnos necesitan tener pequeñas victorias en el proceso general del aprendizaje.
También es necesario que las metas traigan consigo un plan de acción, uno muy detallado y dividido en pasos claros y consistentes, que nos hagan sentir que estas metas son alcanzables.
¿Tienes en tu aula la práctica regular de la retroalimentación? ¡Comparte tus experiencias con nosotros!