El aprendizaje es un proceso muy complejo que involucra un gran número de habilidades y procesos neurológicos y sociales, por lo que un docente para planear sus clases requiere contemplar una gran variedad de factores, estrategias e ideas para que resulten en aprendizajes profundos para sus alumnos. Uno de los agentes que gracias a la investigación reciente ha destacado como un elemento fundamental son las emociones.
¿Qué son las emociones?
Como sabemos, las emociones no son buenas o malas, en general toda emoción tiene una función adaptativa, es decir, preparan al cuerpo para dar una respuesta apropiada para la situación que surge, por lo que son muy importantes para el ser humano, para conocer su entorno, para mantenerse seguro. Y aunque experimentarlas no es algo que esté bajo nuestro control, aprender a gestionarlas es fundamental.
¿Qué relación hay entre las emociones positivas y el aprendizaje?
Por otro lado, gracias a la ciencia, ahora sabemos que cuando experimentamos emociones positivas nuestro cerebro está más dispuesto a aprender, sencillamente porque esto implica que nos sentimos seguros, dispuestos a escuchar y practicar habilidades al saber que nos encontramos en un ambiente que nos permite concentrarnos. Esto se ha visto reflejado en una mayor actividad de la corteza prefrontal, encargada de nuestras funciones ejecutivas, así como del hipocampo, que se relaciona con la memoria.
¿Cómo desarrollar emociones positivas?
Por ello, para el aula no es solo importante tener el material apropiado o la clase perfectamente planeada, sino ayudar a los alumnos a desarrollar emociones positivas durante su estancia en el aula, que les ayuden a absorber lo que aprenden y a sentirse cómodos, relajados y seguros para practicar lo que estamos viendo dentro del salón de clases.
La meditación ha demostrado ser muy interesante al momento de desarrollar emociones positivas e incluso de redirigir la ansiedad o el estrés, por lo que puede ser una de las mejores estrategias en el aula al inicio o al final de la clase (o en ambos momentos) para crear un ambiente seguro dentro de nuestra aula y ayudar a los alumnos a dejar fuera agentes de estrés que puedan interferir durante su estancia en la escuela.
Así mismo, relacionar el aprendizaje con el juego puede ayudar a los alumnos a sentirse divertidos, alegres y relajados, por lo que estrategias de ludificación, juego serio o Aprendizaje Basado en Juegos pueden ser estrategias para lograr despertar en los alumnos emociones positivas.
Por otro lado, trabajar en la seguridad dentro del aula es necesaria, si los estudiantes saben que en nuestra clase se encuentran seguros, sin ser juzgados y que son tomados en cuenta, las emociones positivas surgirán con mucha más facilidad, por lo que construir vínculos con ellos y propiciar la confianza entre pares es necesario. Esto requiere de un trabajo activo para que la comunidad se fortalezca.
Las emociones son más importantes de lo que pensamos a veces y buscar que estas sean positivas en nuestros salones de clase puede ayudarnos mucho en el desarrollo de los alumnos. ¡Comparte con nosotros tus experiencias e ideas!