Después de dos años de pandemia y sobre todo, de uso de cubrebocas, tanto los niños, como los adolescentes y los adultos hemos sufrido diversos efectos tanto físicos como emocionales. El uso constante de mascarilas y el aislamiento social han provocado que algunas personas desarrollen cierta ansiedad social al regresar a sus entornos, como la escuela y el trabajo, presentado inseguridades y temores que antes no parecían importantes, esto puede afectar a nuestros alumnos de formas que no siempre consideramos dentro de las aulas, pero que en realidad tiene un efecto importante para el aprendizaje.
¿Qué es el síndrome de la cara vacía?
Se trata de un tipo de inseguridad que están presentando algunas personas, especialmente los adolescentes, ante el retiro de cubrebocas en cada vez más espacios sociales. Para muchos jóvenes el uso de la mascarilla representó la oportunidad de ocultar imperfecciones o inseguridades e incluso de sentirse más atractivos ante los demás, algo que en redes se llamó mask fishing, al dejar visible solamente una parte del rostro. Aunque representara una incomodidad, para muchos sirvió de barrera de seguridad y el hecho de retirarlo implica la presencia de ansiedad, esto es especialmente importante en los jóvenes, pues son quienes están sometidos a una fuerte presión social en una cultura que da mucha importancia al aspecto físico, así como a las relaciones interpersonales.
Además está la presencia del temor al contagio, algo que tanto niños, como adolescentes y adultos continúan experimentando, a pesar del riesgo disminuido de los últimos meses, muchas personas vivieron de cerca la experiencia del Covid o sencillamente adquirieron un fuerte temor a las enfermedades, lo que puede profundizar la negativa a quitarse el cubrebocas.
La nueva forma de socializar
El hecho de haber ingresado a la adolescencia durante la pandemia los ha privado de la experiencia social física, de conocerse en persona y reconocer expresiones faciales. Con la presencia constante de la enfermedad en el mundo, la forma de relacionarnos ha cambiado por completo y el uso de cubrebocas es una de las herramientas que mayor seguridad nos ha brindado en los últimos años, con una presencia constante en todos los contextos de nuestra vida diaria.
¿Cómo ayudar a quienes presentan este problema?
Poco a poco el cubrebocas ha perdido presencia. En la mayoría de los espacios su uso es aún requerido o por lo menos sugerido, pero conforme el riesgo a la enfermedad se percibe como menor tanto las instancias gubernamentales, como en términos sociales, se pide mucho menos su uso y para quienes se han acostumbrado a sentirse seguros a través de éste puede representar angustia y ansiedad el hecho de descartarlo.
Es importante transmitir seguridad y obligar a una persona a quitarse el cubrebocas cuando no desea hacerlo le hará sentir vulnerable. Por ello es importante que si percibimos que alguien está pasando por cierta inseguridad a retirarlo en espacios específicos evitemos el obligarlo o ejercer presión para que lo haga.
Otro punto importante es ayudarle a trabajar en su autoestima, algo que podemos desarrollar poco a poco en los adolescentes con ejercicios diversos dentro del aula, así como en la convivencia con sus compañeros, recuerda que construir un ambiente seguro y una comunidad escolar fuerte tiene un efecto positivo en las personas.
Aunque aún debemos tener mucho cuidado con la transmisión del virus de Covid-19, el uso de cubrebocas poco a poco se retira de los espacios, por lo que cada vez más estudiantes podrían experimentar el Síndrome de la Cara Vacía, aunque aún dentro de nuestros salones sea importante utilizarlo, podemos empezar a trabajar con los alumnos para que en la escuela o en otros espacios personales no enfrenten este tipo de dificultades.
¿Crees que tus alumnos podrían experimentar esto? ¿Cómo los puedes ayudar? ¡Comparte con nosotros!