Encontrar en las aulas alumnos que tienen dificultades para gestionar el tiempo no es algo extraño, para nosotros es común trabajar con estudiantes que se retrasan en sus actividades, que siempre utilizan la misma excusa para no entregar tareas o llevarlas más tarde de lo acordado con un típico “no tuve tiempo”, son esos estudiantes que siempre son los últimos en entrar al aula o que tardan más que sus compañeros en gestionar sus tiempos.
Aunque cada estudiante es distinto y muchos de ellos utilizan el pretexto del tiempo como un recurso sencillo, algunos de ellos quizá estén lidiando con un aspecto del Trastorno de Déficit de Atención u otras neurodivergencias que desconocen, que no saben bien cómo expresar y que los adultos a su alrededor pueden verlo como una excusa trivial: la ceguera del tiempo.
¿Qué es la ceguera del tiempo?
Este término se ha acuñado para una experiencia que tienen las personas con este tipo de trastorno del desarrollo en el que tienen dificultades para percibir el pasar del tiempo, puede parecer que se quedan en sus pensamientos por mucho tiempo o que dejan sus tareas para el final por cuestiones de procrastinación o flojera, cuando en realidad lo que tienen es una dificultad para percibir la noción del tiempo, por ejemplo cuánto tiempo tienen para realizar una tarea, cómo distribuir las actividades que se les presentan en ese periodo y cuánto tiempo ha pasado entre el comienzo de la actividad y el límite para cumplirla.
No está claro en qué consiste esta habilidad en el ser humano, detectar el paso del tiempo y ser conscientes de ello a lo largo del día, algunas investigaciones señalan que es una cuestión de habilidades ejecutivas, mientras otras nos señalan el aspecto sensorial como una posible fuente de información para el paso del tiempo: el cambio de luz, la temperatura a nuestro alrededor, el movimiento y otra clase de datos que obtenemos de manera inconsciente y que podrían no detectarse en el cerebro neurodivergente de la misma manera.
Independientemente de las razones detrás de esta habilidad, es importante señalar que un cerebro neurodivergente no siempre percibe el tiempo de la misma manera que otras personas y aunque esto puede ser útil para momentos de hiperfoco, puede convertirse en una desventaja que se interponga en el éxito de un estudiante o de una persona en general en su vida común, pues tendrá dificultades para gestionar sus actividades. Además es necesario destacar que esta dificultad no puede superarse poniendo más empeño o a través de regaños y castigos, se trata de algo que no pueden controlar efectivamente.
¿Cómo apoyar a alguien con ceguera del tiempo?
En el salón de clases y en el cumplimiento de las tareas asociadas a la escuela, la ceguera del tiempo puede ser muy notoria y convertirse en un problema, pues distribuir tareas en periodos específicos es básico para cumplir con las actividades. Por ello es que tratar de encontrar herramientas que ayuden a los alumnos con esta condición para mantenerse a la par de sus compañeros puede ayudar mucho e incluso ser útiles para todos los alumnos, aún si no presentan TDAH u otras condiciones.
Dar recordatorios continuos
Ya sea en actividades al interior del aula o con tareas de largo plazo, ayudar a los alumnos con recordatorios periódicos sobre la entrega de tareas puede ayudar a que ellos se den cuenta del pasar del tiempo con mayor facilidad, no por causar presión, sino para indicar cuánto tiempo ha pasado y cuánto falta para completar una tarea.
Dar instrucciones precisas
Aunque existan dificultades para medir el paso del tiempo, ofrecer procesos claros puede ayudar a los alumnos a completar tareas específicas en momentos clave, que es al final la manera en que gestionamos la solución de tareas. Ayudarles con instrucciones precisas que detallen pasos intermedios entre el inicio de la actividad y el objetivo final les ayudará a realizar esas tareas paso a paso.
Trabajar con temporizadores
Encontrar medidas de tiempo claras puede ayudar a los estudiantes a medir mejor el paso del tiempo, para esto podemos utilizar temporizadores que dividan periodos más largos, como horas, en fracciones más manejables, como media hora o quince minutos. Al tener un recordatorio continuo de cuánto tiempo ha pasado será más fácil manejar las tareas en esos espacios.
Es importante que al utilizar estas estrategias evitemos que se conviertan en herramientas que añadan presión o estrés, solamente se trata de dar una guía de tiempo, no de presionarlos para que terminen antes.
¿Has detectado estas dificultades en estudiantes de tu aula? ¿Crees que podemos proveer herramientas para atravesar esos momentos difíciles? ¡Comparte con nosotros tus ideas y tips para esta situación!