La disciplina y el manejo de la conducta forman parte de la educación y han sido un tema de mucha importancia para docentes, escuelas y estudiantes desde siempre. Afortunadamente, con los años y gracias a las investigaciones y experiencias, poco a poco nos hemos dado de cuenta de las estrategias que funcionan y de las prácticas que, a pesar de ser tradicionalmente valoradas, no obtienen los mejores resultados, como es el caso de la disciplina punitiva, es decir el uso del castigo como una forma de inhibir conductas específicas.
Algunos estudios y la propia experiencia nos han mostrado que el castigar a los estudiantes para evitar las conductas desafiantes u otro tipo de incidencias no surten el mejor efecto, pues tienden a apartar a los estudiantes, señalarlos e incluso normalizarse como una parte más del día a día. La justicia restaurativa busca una nueva perspectiva. ¿Ya la conoces?
¿Qué es la Justicia Restaurativa?
Esta idea se basa en mostrar las consecuencias naturales de nuestros actos y transmitir a los alumnos el efecto que sus acciones tienen sobre sus compañeros, sobre sí mismos y sobre la institución escolar, no para designar un castigo, sino para resarcir el daño de lo ocurrido en lo posible. La idea es que la comunicación entre las partes sea la base de las decisiones
¿Cómo transitar hacia este modelo?
En principio la idea puede parecernos o muy compleja o incluso demasiado sencilla, además de que podríamos pensar que es demasiado ingenua. Sin embargo, ésto no es algo que ocurra de la nada. La institución o por lo menos el salón de clases necesita moverse hacia un sistema que privilegie las relaciones entre estudiantes, que fortalezca los vínculos y fomente el sentido de comunidad entre todos los miembros de su círculo.
Es importante trabajar con los alumnos en la comunicación de sus necesidades y en la escucha activa, que todos puedan escuchar cómo se sienten los demás y entrar en contacto con la importancia de las emociones, no solo para el aprendizaje sino para el día a día.
Ante este panorama quizá parezca difícil comenzar a transitar de una disciplina punitiva a una restaurativa, pero hay pequeños pasos que podemos trabajar con los estudiantes.
Construye un reglamento en comunidad
Un primer paso podría ser el crear el reglamento de nuestra clase pero no como una lista de lineamientos a los que todos deben ajustarse, sino como una reflexión, en la cual todos participen y en la que los alumnos tomen conciencia de cada una de las reglas que formulamos en dicho listado.
Es importante que ellos sean quienes piensen en las reglas que requerirán para una convivencia sana, guiados por el docente, para que puedan ver la necesidad de ciertas reglas básicas. La idea es que de ellos surja la certeza de por qué es necesario cumplir con esas reglas además de las consecuencias más apropiadas para quienes incumplan, las cuales deben buscar reparar el daño hecho, a través de acciones para su comunidad, así como para los afectados.
Escucha a tus alumnos
Es común que los estudiantes con mayores dificultades en su vida diaria pasen también por dificultades para convivir en su entorno escolar, mostrando problemas de conducta, en esos casos una narrativa de disciplina punitiva en lugar de ayudarlos a mejorar su conducta tiende a causar lo contrario, pues sienten que los adultos a su alrededor no confían en ellos, por lo que son constantemente apartados de sus compañeros, señalados como problemáticos. La idea es que nosotros como autoridades dentro del salón de clases podamos escucharlos y trabajar con sus necesidades más allá de castigarlos simplemente, pues esto perderá cualquier efecto con el tiempo.
Tampoco implica que cualquier tipo de conducta pueda pasar desapercibida o justificada por otros problemas personales, pero si se trata de trabajar en conjunto, tanto en su empatía hacia los demás como para sí mismos.
¿Crees que un tipo de justicia restaurativa funcionaría en tu entorno escolar? ¿Qué cambios serían necesarios? ¡Comparte tus ideas con nosotros!