En la vida cotidiana del aula, la planificación puede vivirse como un requisito administrativo o como un acto creativo que modela la experiencia de aprendizaje. Cuando pensamos al docente como un diseñador, no estamos hablando de convertir la planeación en un ejercicio estético o tecnificado, sino de reconocer que enseñar implica imaginar, construir, probar, ajustar y volver a imaginar. Ese es precisamente el corazón del pensamiento de diseño o design thinking: un ciclo continuo que se centra en las personas, en sus necesidades reales y en la búsqueda de soluciones simples y significativas.
¿Qué es el design thinking y cómo lo puede aplicar para su aula?
¿Qué necesitan los alumnos?
El diseño comienza con la empatía. En educación, esto significa observar con atención al grupo, escuchar lo que no siempre se dice, reconocer ritmos, intereses, miedos y barreras. Antes de planear una actividad, un docente-diseñador se pregunta qué sienten sus estudiantes cuando aprenden, qué los motiva y qué los desconecta, de esta forma la planeación deja de ser un esquema rígido para convertirse en una respuesta a un contexto vivo, cambiante y profundamente humano. Esta mirada permite que el currículo se adapte al aula, y no al revés, lo más importante son los estudiantes y las necesidades que tienen para aprender mejor.
Abrir nuevos caminos
Una vez reconocidas las necesidades, surge la etapa de “ideación”. A diferencia de un enfoque tradicional en el que se busca una actividad que sea la correcta, en el pensamiento de diseño se generan múltiples posibilidades. Se imaginan distintas rutas para abordar un mismo contenido: una dinámica breve para activar conocimientos previos, un ejercicio manipulativo, un pequeño reto colaborativo, una explicación visual o una historia que acompañe el concepto. Es importante decir que esto no se trata de hacer más y llenarnos de más trabajo, sino de permitir que la planificación sea un espacio donde la creatividad tenga permiso de explorar, con este proceso se abren puertas, con estrategias más cercanas a los estudiantes que reducen la sensación de repetición que suele desgastar la práctica docente.
Ensayo y error
Hablar de crear prototipos en el ámbito educativo puede sonar lejano, pero en realidad ocurre todos los días. Cada vez que un docente prueba una actividad nueva, adapta una instrucción o modifica un recurso, está creando un prototipo: una versión inicial que permite evaluar cómo funciona la idea en tiempo real. El valor de esta mirada radica en aceptar que ninguna actividad nace perfecta, el aula es el laboratorio donde se observa qué elementos generan participación, qué confunde al grupo y qué debe simplificarse. Este cambio de perspectiva libera al docente de la exigencia de acertar siempre y abre la puerta a la experimentación constante.
La clave es la constancia
La iteración es quizá la parte más potente del pensamiento de diseño aplicado a la educación, este paso consiste en ajustar, pulir y volver a intentar con base en lo que hemos observado. Un docente-diseñador no se frustra cuando una dinámica no sale como esperaba, en cambio, analiza qué ocurrió, modifica un detalle, reajusta el tiempo o cambia el enfoque para lograr que alcance su objetivo. De esta forma la planeación se vuelve flexible, viva, dialogante con la realidad del grupo. Esta actitud evita que el docente repita año con año actividades que ya no funcionan y, al mismo tiempo, construye un repertorio cada vez más afinado.
Sin complicaciones
El pensamiento de diseño también invita a la sencillez. Las mejores soluciones educativas no siempre son las más complejas ni las que requieren grandes recursos tecnológicos. A veces basta con reorganizar el espacio, cambiar la forma de explicar un concepto o crear un material sencillo que permita manipular información, en este enfoque, la calidad no está en la cantidad de pasos o en lo sofisticado del recurso, sino en qué tan bien responde a la necesidad identificada.
Asumir el rol de diseñador transforma la relación del docente con su práctica, esta perspectiva resalta el valor artesanal de la docencia: planear no es cumplir un formato, sino construir experiencias que cuidan la curiosidad, acompañan el esfuerzo y conectan el aprendizaje con la vida. ¿Alguna vez habías escuchado de esta estrategia? ¿Crees que puede ser útil para tu aula? ¡Comparte con nosotros tus experiencias!