El papel de los docentes en la formación integral de sus alumnos va más allá de la transmisión de conocimientos. La escuela, además de un espacio de aprendizaje académico, es un lugar donde niños y adolescentes aprenden a convivir y a resolver conflictos, por ello es que poner en práctica estrategias que nos ayuden a construir una sociedad más inclusiva y segura es parte del trabajo cotidiano.
En las escuelas se busca ser justos con los estudiantes, pero también hacerles saber que ciertas acciones tienen consecuencias, el enfoque disciplinario en el que se castiga a los estudiantes que han cometido faltas es el más común en todos los planteles, pero este deja de lado algunos aspectos de la justicia. En este contexto, la justicia restaurativa surge como una herramienta poderosa para promover una cultura de paz, respeto y responsabilidad.
¿Qué es la Justicia Restaurativa?
Este enfoque se trata de reparar el daño causado por el conflicto al promover la participación activa de todas las partes involucradas. A diferencia de los modelos tradicionales de disciplina, que tienden a centrarse en el castigo, la justicia restaurativa pone el énfasis en el diálogo, la empatía y la búsqueda de soluciones que beneficien a todos.
En el entorno escolar, este enfoque puede ser especialmente valioso para gestionar problemas como el acoso escolar, los conflictos entre estudiantes o las conductas disruptivas. Al invitar a los estudiantes a reflexionar sobre el impacto de sus acciones y a asumir su responsabilidad fomentamos una mayor conciencia social y emocional.
¿Cómo ponerla en práctica?
Pensar en poner en práctica sistemas novedosos como la justicia restaurativa puede parecer un reto enorme para las comunidades educativas, pero con algunas estrategias podemos implementar poco a poco este enfoque en nuestras aulas y escuelas.
Diálogo abierto
Crear un ambiente donde los estudiantes se sientan cómodos para expresar sus pensamientos y emociones es fundamental. Crear círculos de diálogo en el aula, donde los estudiantes tengan la oportunidad de hablar sobre sus experiencias, reflexionar sobre situaciones de conflicto y proponer soluciones puede ser un buen inicio. Estos espacios permiten desarrollar habilidades de escucha activa, empatía y comunicación asertiva.
Dialogar los conflictos
Al ocurrir un conflicto en el aula es común que recurramos a prácticas como el castigo para enseñar a los alumnos que existen consecuencias, sin embargo esto muchas veces deja de lado las razones por las que ha ocurrido dicho conflicto y por lo tanto aumenta la tensión entre las partes involucradas, existe frustración y emociones complejas. Facilitar el diálogo entre las partes involucradas donde cada uno tenga la oportunidad de expresar por qué se ha dado esta situación, las emociones que enfrentan y cómo les ha afectado la conducta del otro puede ser un buen principio para la transformación. Darles la oportunidad de explicar su comportamiento, escuchar a los demás y trabajar en una forma de reparar el daño tendrá un efecto más positivo que la imposición de castigos inmediatos.
Responsabilidad individual y colectiva
Es importante que los estudiantes comprendan que sus acciones tienen consecuencias, pero no solo porque estas pueden traerles un castigo. En lugar de imponer sanciones, la justicia restaurativa alienta a los alumnos a hacerse responsables de sus acciones y conductas, al asumir la forma en que sus acciones afectan a su comunidad e incluso cómo les afecta a ellos mismos, además se busca que existan soluciones o medios para restaurar aquello que se ha dañado con ciertas conductas o para colaborar en este proceso. La implementación de la justicia restaurativa en nuestras aulas puede tener un impacto profundo y positivo en la vida de los estudiantes y en la cultura escolar en general, puede ayudarnos a mejorar las relaciones entre compañeros, lo que ayudará a reducir los conflictos, también nos ayudará a trabajar en equipo, colaborar a través del respeto y crear un ambiente seguro para todos. Es normal que con estas estrategias se reduzca la reincidencia por parte de los alumnos, pues tendrán una perspectiva más amplia de lo que implican sus conductas.
Esta alternativa a los modelos tradicionales de disciplina puede ayudarnos a transformar el aula y tener un impacto positivo a largo plazo en la vida de la comunidad, pues no solo beneficia a los estudiantes, más bien nos ayuda a reforzar el tejido social de la comunidad. ¿Crees que esta práctica puede implementarse entre tus estudiantes? ¡Comparte con nosotros!