Día a día, en el aula, como docentes nos esforzamos por explicar y guiar a los alumnos a través del aprendizaje, sea cual sea la materia que impartimos, tenemos un compromiso con el conocimiento y el desarrollo de nuestros estudiantes, sin embargo, no siempre es fácil evaluar qué tanto han aprendido durante la clase ni saber en qué temas hay más dudas. Además, cuando tenemos grupos numerosos es más complejo identificar sus estilos de aprendizaje o descubrir los puntos que requieren más atención durante las explicaciones, lo que a veces se traduce en calificaciones bajas de las que no entendemos bien el por qué.
Es importante lograr que los alumnos sean estudiantes autónomos, capaces de tomar en sus manos su proceso de aprendizaje, así como de identificar cuáles son los temas o puntos sobre los que tienen alguna dificultad. Para nosotros, es necesario buscar estrategias para conocerlos mejor y guiarlos con mayor facilidad.
Aprender sobre aprender
Un tema cada vez más importante en la educación es la metacognición, es decir, la capacidad de pensar sobre pensar o en este caso, la capacidad de reflexionar acerca de lo que hemos aprendido, cómo lo hemos hecho y el proceso que ha implicado lograrlo. Esa reflexión es muy importante pues nos ayuda a comprender nuestro proceso, descubrir en dónde tenemos ciertas dudas y cuáles son nuestras áreas de oportunidad.
Todo esto, además de darnos confianza, nos ayudará a desarrollar un pensamiento más crítico y reflexivo, a expresar mejor nuestras dudas y dificultades y a encontrar la manera de relacionarnos mejor con el aprendizaje. La metacognición es muy importante para los estudiantes, especialmente cuando enfrenten escenarios complejos donde no cuenten con la guía presencial del maestro, como el ambiente híbrido de educación o incluso las clases virtuales.
¿Qué es un diario de aprendizaje?
Como su nombre lo indica se trata de un diario o una bitácora en el que los alumnos cotidianamente pueden escribir sobre lo que aprendieron en el día, las dudas que les quedaron, las aplicaciones que perciben para el conocimiento adquirido, la relación que perciben con su vida diaria e incluso las emociones que sintieron ante este escenario.
Este trabajo debe ser constante y aunque al principio puede implicar algunas dificultades para expresarse o lograr fluidez entre los pensamientos y lo escrito, poco a poco se logrará más confianza y práctica ante el desafío de reflexionar. Es importante respetar lo que los alumnos expresan y validar lo que ellos dicen sobre su experiencia, ya que este medio podría convertirse en una herramienta discreta y honesta para hablar de dudas, inquietudes, temores e inseguridades.
La dinámica consiste en dejar algunos minutos hacia el final de la clase para escribir en estos diarios. Pueden comenzar por unas cuantas líneas en las que se describan las actividades del día, las dudas pendientes y una palabra que exprese las emociones o sensaciones con las que terminan la clase. Poco a poco estos diarios podrían ser más extensos o más detallados, lo que nos permitirá, tanto a alumnos como a docentes, conocer mejor muchos aspectos de la enseñanza o la clase.
Conocimiento para el docente
Si a los alumnos les puede beneficiar este tipo de práctica, a los profesores también nos puede ser de gran utilidad, ya que podremos aprender de los proceso personales de cada alumno, seremos más conscientes de sus retos e incluso de sus fortalezas, así podremos diseñar mejor las clases, nuestras estrategias de enseñanza o redirigir los esfuerzos cuando se trata de repasar o estudiar para los exámenes.
También nos dará información sobre la personalidad, el humor y el estado de ánimo de cada uno, un tema muy necesario para la escuela, pues ahora sabemos que para aprender se requiere un estado de ánimo positivo, donde los alumnos se sientan seguros y motivados.
¿Alguna vez has puesto en práctica esta dinámica? ¡Comparte con nosotros tus impresiones y experiencias!