Nuestro trabajo como docentes es lograr que los alumnos obtengan aprendizajes significativos, útiles y necesarios para su vida. Aunque ese objetivo suena sencillo en principio, en realidad esto no siempre es fácil, pues pueden aparecer muchos factores que significan un obstáculo.
Nosotros no podemos hacer diagnósticos específicos, pues no es nuestro campo de especialidad, pero sí podemos identificar señales que pueden llevar a los padres en la dirección correcta y, especialmente, ayudarnos a crear contenidos y materiales que sean útiles para todos. Por ello es necesario que tengamos conocimiento de cuáles son las características de algunas de las barreras de aprendizaje más comunes y de los factores que pudieran señalar alguna problemática específica.
Aquí hablaremos un poco de los Trastornos del lenguaje, qué son, cómo identificarlos y qué podemos hacer en el aula para enfrentar este reto.
Tipos de trastornos de lenguaje
De acuerdo a la organización Understood, y como su nombre lo indica, los trastornos del lenguaje se relacionan con la producción y comprensión del lenguaje, ya sea hablado o escrito, suelen ser una barrera para la comunicación y en el caso de las clases pueden dificultar la participación de los alumnos, quienes también tendrán obstáculos para seguir el ritmo durante la sesión o incluso interactuar con sus compañeros.
Estos trastornos suelen dividirse en dos, los relacionados con la producción y los relacionados con la recepción del lenguaje, los primeros afectan la comunicación por parte de quien lo padece, quienes comprenden lo que escuchan sin dificultad, pero enfrentan retos para expresar sus pensamientos de forma fluida. Los primeros signos de este tipo de trastornos suelen darse desde la primera infancia, pero se confunden con el proceso normal de adquisición de lenguaje, sin embargo no logran ponerse a la par de sus compañeros conforme crecen.
Si notamos que un niño se expresa con frases demasiado cortas, utiliza palabras vagas para definir conceptos, con términos como “cosa” o artículos indeterminados, con demasiada frecuencia, demuestra poco vocabulario y participa muy poco en las conversaciones podrían ser señales de este tipo de trastorno, pues implica que tiene dificultades para formular en palabras sus ideas, tarda un poco más en crear oraciones y esto provoca cierta timidez, pues es consciente del esfuerzo ante las demás personas.
En el otro extremo están los problemas de lenguaje relacionados con la recepción, los cuales implican una dificultad para comprender lo que otras personas dicen, sin que esto se relacione con problemas de audición, desconocimiento del idioma, ni con problemas de inteligencia. El autismo, por ejemplo, puede incluir desórdenes de procesamiento auditivo o para decodificar los mensajes en una conversación, sin que esto demerite la inteligencia del alumno. Podemos identificarlo en estudiantes que tienen dificultades para seguir instrucciones, que a veces dan respuestas que parecen extrañas para las preguntas que se le formulan, que no comprenden las bromas o los chistes o que constantemente piden que se repitan los mensajes.
Es importante mencionar que algunos trastornos de lenguaje mezclan ambas dificultades, por lo que muchas veces los trastornos son mixtos.
¿Cómo podemos apoyarlos en clase?
Si como docentes identificamos algunas dificultades en los alumnos lo ideal sería señalar el camino a los padres de familia, quienes podrán buscar el apoyo de un especialista que defina cuáles son los retos específicos del estudiante, pero también podemos adaptar nuestros materiales y buscar estrategias que nos ayuden a incluir a todos los alumnos en la clase, sin afectar el ritmo de aprendizaje para nadie.
Crea materiales más visuales
Es normal que en las clases nos apoyemos constantemente en textos y explicaciones orales, pero al dar un giro a los materiales que presentamos a los alumnos podremos incluir a todos, por ejemplo, tener a la mano imágenes y videos que expliquen de forma un poco más gráfica los procesos o explicaciones que trabajamos en el aula, así como incluir mapas mentales o cuadros sinópticos que pongan de forma visual la explicación que estamos dando. Esto también puede servir en el caso de las instrucciones o reglas del grupo, utilizar imágenes que ejemplifiquen lo que debe realizarse ayudarán a todos a tener más claridad en las acciones y actividades.
Introduce poco a poco nuevo vocabulario
Otra buena estrategia es que al iniciar un nuevo tema en la clase nos demos un tiempo previo para hablar del vocabulario que se utilizará durante las siguientes actividades, con ejemplos visuales y tiempo para asimilarlo, así todos los estudiantes estarán familiarizados con los términos nuevos y será más fácil seguir el ritmo, esta es una actividad de apoyo excelente para todos, que nos da la oportunidad de explorar conceptos nuevos con tranquilidad y que facilitará la comprensión del tema posterior.
Flexibiliza la participación
Al momento de participar activamente en clase, ya sea a través de intervenciones orales o ejercicios escritos y tareas, estos problemas de lenguaje pueden crear una brecha en el aprovechamiento de los estudiantes, pues no es fácil para ellos demostrar lo aprendido con tanta fluidez como para algunos de sus compañeros. Nosotros podemos apoyarlos con mecanismos flexibles y útiles para la evaluación, por ejemplo, puedes preparar a los estudiantes para el momento de participar avisándoles previamente cuándo tendrán que participar, así podrán preparar con tiempo sus palabras. También puedes crear ejercicios que puedan responder de forma visual o esquemática, con mapas mentales o conceptuales, que permitan a los alumnos demostrar lo aprendido sin la presión de una situación inesperada en la que tengan que utilizar el lenguaje.