Al trabajar con niños o jóvenes la construcción de buenos hábitos es un tema común, tratamos de transmitir a los alumnos y sus familias la importancia de crear hábitos positivos para el futuro de los más pequeños, que les ayuden en su proceso de aprendizaje y para que les sea más fácil alcanzar su máximo potencial. Sin embargo, como adultos la tarea de cambiar nuestros hábitos puede parece muy complicada, imposible a veces, pues supone un drástico giro en nuestras rutinas diarias, aunque sepamos que necesitamos hacer ese ajuste, empezar a hacer ejercicio, comer de manera más balanceada, dejar de fumar, mejorar nuestro ciclo de sueño, cualquier cambio se puede convertir en una odisea cuando estamos acostumbrados solamente a ciertas rutinas.
Cambiar nuestros hábitos como adultos no solo es posible, es necesario, pues es la puerta de entrada a una vida más plena, equilibrada, en la que cuidemos de nuestra salud física y mental y estemos más presentes para nuestra familia y seres queridos.
¿Cómo llevar a cabo este difícil cambio? ¿Cómo podemos crear hábitos más positivos en medio de una rutina que a veces nos exige ser más prácticos? Aquí tenemos algunas ideas.
¿Por qué es tan difícil?
Es importante decir que cualquier tipo de cambio en la vida cotidiana puede ser complejo, nuestro cerebro está acostumbrado a tomar la ruta más corta para ahorrar energía a lo largo del día y esto implica que la mayor parte de las decisiones que hacemos a diario están tomadas de antemano, con rutinas automáticas, lo cual de hecho es un hábito, algo que no tenemos que pensar en hacer, que simplemente se añade a la lista del día y que en ocasiones ni siquiera nos damos cuenta de que lo estamos haciendo, e incluso si dejamos de hacerlo sentiremos que algo falta durante el día al punto de ser incómodo.
Añadir, por lo tanto, algo distinto en nuestra rutina resulta incómodo para el cerebro, acostumbrado a tomar rutas prácticas que le ayuden a funcionar mejor durante el día, si sumamos a esto otros obstáculos como emociones implicadas y no resueltas o un horario desorganizado, fallar en poco tiempo estará garantizado.
¿Qué podemos hacer entonces?
La motivación es un buen inicio, tener muy claras las razones por las que deseamos llevar a cabo un cambio nos ayudará a entender mejor el proceso, además nos podría ayudar a analizar las razones por las que algunos cambios son más difíciles, pues muchas veces enfrentamos obstáculos difíciles de ver, pero al analizar lo que nos impulsa a cambiar también podremos reflexionar sobre las razones por las que antes no lo hemos logrado.
Pero esto no es todo
A veces creemos que la motivación es lo que nos mueve, y aunque es un buen inicio, en realidad es apenas un fragmento de todo lo que necesitamos para lograrlo. Estar motivados durará unos cuántos días y a veces podemos regresar a esas motivaciones cuando el camino se hace difícil para recuperar el ánimo, pero cuando nuestro cerebro busca recuperar su vieja rutina, no se trata solo de un deseo. Requerimos estrategias funcionales para enfrentarlo.
Comienza poco a poco
Cuando estamos motivamos a llevar a cabo un cambio lo que más queremos es que sea rápido, pensamos incluso que si no lo hacemos de un momento a otro, esos cambios no son reales, sin embargo el cambio verdadero es paulatino, se instala de la misma manera que otros hábitos, poco a poco. Es muy probable que si haces pequeños cambios primero, encuentres más fácil la transición hacia saltos cada vez más grandes.
Si, esto llevará tiempo, por lo que ser pacientes con nosotros mismos y con el proceso es esencial. Añadir diez minutos de actividad física es mejor que ninguna actividad, si diez minutos es demasiado, comienza por cinco minutos en la primera semana y avanza a diez en la siguiente. Si buscas una dieta más equilibrada, puedes comenzar por añadir una porción de vegetales, por ejemplo, a tus comidas diarias. Siempre piensa en sumar y no en lo que perderás. Hay otros hábitos que quizá requieran cambios más obvios, dejar de fumar por ejemplo puede ser difícil, pero ser amables con nosotros mismos y enfrentar un paso a la vez es siempre la mejor estrategia.
Crea un plan
Cuando nos damos cuenta del largo camino que debemos recorrer puede que nuestro estado de ánimo se vea frustrado o resultar abrumador, por ello es mejor tener muy claros los pasos que deberemos dar, estar conscientes de que incluso los más pequeños implican un avance y para saber hacia dónde nos dirigimos necesitamos una hoja de ruta. Cualquier cambio de hábito necesita un plan de acción.
Divide tu aventura en pasos cortos, plantea metas parciales que te permitan evaluar qué tanto has avanzado y que también sean puntos en los que puedas evaluar si vas en el camino correcto, olvida las metas abstractas, necesitas tener objetivos muy específicos, por ejemplo, no se trata de “hacer ejercicio”, sino de trotar por veinte minutos tres veces a la semana. Y tu primera meta será salir a caminar por diez minutos dos veces en la misma semana. Divide todo por partes.
Añade tus nuevos hábitos a tus rutinas diarias
La sensación de familiaridad ayudará a nuestro cerebro a sentirse cómodo con los nuevos hábitos, hacer estos cambios en medio de actividades que acostumbramos hacer cotidianamente nos ayudará a sentir el impulso para hacerlo. Procura siempre seguir los mismos pasos antes de realizar tu actividad nueva y cuando termines, seguir también una rutina, el orden, la predictibilidad, son útiles para reforzar esas actividades que nos cuestan más trabajo.
Verifica tus logros
Tener un plan de acción claro también implica tener metas más pequeñas, lo cual nos ayudará a celebrar nuestros logros, no importa si son pequeños, todo logro merece ser celebrado, esto impulsará nuestra motivación y hará de estos cambios algo positivo.
Revisa tus avances de forma periódica, sin que esto implique una persecución, más bien se trata de observar cuánto has avanzado, aunque sea poco a poco, el cambio es constante.
Utiliza las herramientas que tengas a mano
La tecnología en la actualidad nos ofrece muchas posibilidades, utilizar alarmas y recordatorios en nuestras aplicaciones de organización como el calendario, puede ser tan útil como llevar un diario de actividades. Existen también algunas aplicaciones que buscan ayudar a las personas a hacer estos cambios y que muchas veces sirven para hacer un registro de nuestros avances, para observar nuestros obstáculos, aumentar nuestra motivación, conectar con otros, etc. Nunca está de más buscar la ayuda de la tecnología y hacer el cambio más sencillo.
Crea comunidad
Como docentes sabemos que el grupo es muy importante para llevar a cabo cualquier actividad, cuando los niños ven a sus compañeros unirse a una tarea, es más probable que ellos la sigan también, por ello es que conectar con una comunidad que tenga metas similares a las nuestras puede motivarnos mucho y ayudarnos en los momentos más difíciles.
Ya sea de manera virtual o presencial, puedes unirte a grupos de personas que ya realizan o que quieren realizar los mismos cambios que tú, ellos te animarán, compartirán consejos y sobre todo te harán sentir parte de algo más grande.
¿Hay algún hábito que desees cambiar? ¡Comparte con nosotros tus metas y déjanos acompañarte en este trayecto!