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En la escuela, como en la vida, las historias nos han acompañado desde siempre. Antes de que existieran los manuales, las guías y los programas académicos, la enseñanza pasaba por la palabra, por la voz que narraba y que lograba transformar la experiencia en conocimiento compartido, cuando somos pequeños las historias son una de las primeras formas con las que aprendemos del mundo que nos rodea, de las personas con las que convivimos y de nosotros mismos, así narrar es, en esencia, una forma de enseñar. Y enseñar, en su sentido más profundo, es también una forma de narrar, pero ¿cómo podemos agregarlo a nuestras aulas?
¿Qué es el storytelling educativo?
Pensar la enseñanza a través de la narración no se trata de convertir al docente en un cuentacuentos profesional ni de decorar la clase con historias bonitas, se trata de la noción de que toda enseñanza se vuelve más significativa cuando tiene hilo narrativo, cuando lo que se aprende tiene sentido y se puede vincular con las experiencias personales, con las emociones y con la vida cotidiana.
Las historias tienen el poder de organizar el pensamiento, de dar estructura al caos de la información y de ofrecer un marco que da sentido a lo que aprendemos, cuando el conocimiento se presenta a través de una narrativa, el estudiante no solo memoriza, también alcanza una comprensión más profunda de los conceptos y su significado, cada relato crea un espacio de atención sostenida, de empatía y de descubrimiento. El aprendizaje se vuelve algo que se vive, no algo que simplemente se recibe.
¿Cómo aplicar la narración en nuestras aulas?
El docente que narra transforma el aula en un escenario donde las ideas cobran vida, sin importar la asignatura que impartamos es posible agregar este elemento a nuestra enseñanza y a la manera en la que los alumnos se relacionan con el conocimiento. Un experimento de ciencias puede contarse como la historia de una búsqueda, una lección de historia puede narrarse desde la perspectiva de quienes la vivieron, una clase de lengua puede volverse una exploración de voces y de mundos. Lo importante no es solo lo que se cuenta, sino cómo se cuenta, una voz auténtica, un ritmo adecuado, una emoción transmitida con honestidad son suficientes para encender la curiosidad del grupo.
Añadir storytelling a nuestras clases no implica convertirnos en escritores de cuentos o novelas, se trata de darle sentido a lo que enseñamos y transmitirlo a través de las emociones, pero también del conocimiento, la información y el descubrimiento de lo que tenemos alrededor.
Los alumnos también son narradores
El arte de contar historias en la educación también implica escuchar a los estudiantes, para que ellos formen parte de esa dinámica. Escuchar las historias de los estudiantes, las pequeñas narraciones que traen desde su contexto, sus preguntas, sus errores y sus logros son elementos que nos ayudarán a crear un vínculo con los conocimientos que nosotros queremos compartir con ellos. Cada voz en el aula aporta un fragmento del relato colectivo del aprendizaje, cuando los alumnos tienen la oportunidad de contar, se reconocen como protagonistas y no como espectadores del conocimiento.
Otros beneficios
Utilizar la narrativa en el aula puede ser útil para desarrollar habilidades más allá de los contenidos que compartimos con los alumnos, algunas habilidades esenciales para la vida como la empatía, la comprensión del otro, la capacidad de comunicar y de construir significado se fortalecen a través del vínculo que ofrece el storytelling. Una buena historia puede abrir una conversación sobre valores, sobre decisiones y emociones que de otro modo no encontrarían un espacio en la rutina escolar.
El poder sobre la memoria
Una buena historia siempre deja huella en quien la escucha. Los estudiantes tendrán más facilidad para recordar ideas, conceptos clave y datos importantes si estos se relacionan con la anécdota o vínculo narrativo. Recordarán por qué se emocionaron, por qué se sintieron parte del conocimiento adquirido, en un mundo saturado de información inmediata, el storytelling nos devuelve una enseñanza más humana, más lenta, más profunda.
Narrar es una forma de compartir fragmentos de nosotros mismos y conectar con los alumnos, conectar la experiencia personal con la colectiva, construir puentes entre la emoción y el pensamiento. ¿Crees que este tipo de enseñanza podría ser útil para ti y tus estudiantes? ¡Comparte con nosotros!