La educación socioemocional está tomando un papel cada vez más importante en la vida escolar, la información y formación académica ya no son el único objetivo de la educación, especialmente en los niveles básicos, ahora tomamos mucho más en cuenta las habilidades blandas y el bienestar general de los alumnos, lo que también nos ha ayudado a abrir las puertas a una mejor comprensión e interés por nuestra propia salud mental, nuestro bienestar como docentes y las herramientas que necesitamos para transmitir a los alumnos mejores prácticas.
¿Cómo podemos mejorar nuestra gestión de emociones y nuestra inteligencia emocional?
Derriba tus prejuicios
La educación cultural a través de las generaciones ha ido evolucionando, pero como adultos es difícil deshacernos de aprendizajes muy profundos que adquirimos de nuestros padres y de la sociedad en la que crecimos. Es muy probable que para nosotros el expresar emociones sea algo censurable, mal visto o que nos hará ver como personas débiles, pues existe una profunda creencia de que la fortaleza significa no sentir o por lo menos no demostrar que algo nos ha afectado. Poco a poco esto ha ido cambiando, ahora sabemos que la verdadera resiliencia es atravesar las emociones complejas, sentirlas, sí, pero saber gestionarlas y expresarlas de forma saludable.
Quitarnos esas creencias y hábitos no es tan fácil, pero al tener a nuestros alumnos tenemos la responsabilidad de enseñarles herramientas y métodos más saludables para relacionarse consigo mismos y con los demás. Lo ideal es mantenernos actualizados sobre estos temas, buscar información reciente sobre educación socioemocional y cuestionarnos qué tanto estamos condicionados por lo que aprendimos en la infancia y adolescencia, para poder repensar la manera en la que concebimos nuestras emociones, así como de las de los demás.
Nombra tus emociones
Un buen ejercicio inicial es hacer conscientes nuestras emociones, de esa manera sabremos que somos nosotros quienes estamos en control de la situación. Esto puede sonar muy simple, pero es más complejo de lo que pensamos, ya que existen estados emocionales muy complejos, que no se describen con una sola palabra, mientras que a veces ni siquiera sabemos que las estamos sintiendo, pues solo forman parte de nuestro estado de ánimo constante o nos parecen una parte de nuestra personalidad.
Comienza por conocer todos los nombres de emociones, así como las combinaciones posibles al respecto, darles una palabra y comprender de qué se tratan puede ser un primer paso fantástico. Puedes comenzar con la rueda de las emociones de Robert Plutchik, una pequeña guía de emociones básicas y su evolución, con la que te será más fácil describir e identificar lo que sientes. Lleva una bitácora o un diario de todo esto, aunque parezca trivial comenzarás a conocerte mejor y entender tus reacciones ante ciertas situaciones.
Habla con alguien
El conocernos mejor es el primer paso para aumentar nuestra inteligencia emocional, pero muchas veces necesitamos vivir un proceso de deconstrucción, exploración, análisis y reconexión con nosotros mismos. Para esto nos puede ayudar mucho un profesional de la salud mental, acudir con un terapeuta podría cambiar por completo parte de nuestra vida, pues las relaciones que tenemos, las metas que planteamos y las dificultades que vivimos son tratadas dentro de un proceso terapéutico.
Recuerda que la terapia no es solo para personas que se sienten mal, no es algo malo y no debe ser razón de estigma social, por el contrario, cualquier persona que desee vivir plenamente puede buscar un proceso terapéutico.
¿Tú has trabajado tu propia educación socioemocional? ¿Cómo ha afectado esto tu forma de dar clases? ¡Cuéntanos tus experiencias!