Los sistemas de evaluación con los que trabajamos en nuestros salones pueden ser tan útiles como contraproducentes. Aunque este es un rubro muy importante del trabajo del docente, también puede ser engañoso, ya que muchos de nosotros e incluso de los estudiantes podemos empezar a darle un peso innecesario al número de la boleta. Y es que si, algo nos dice esa calificación, pero en ocasiones estos resultados sirven para etiquetar y encasillar alumnos, en lugar de ayudarnos a resolver las dificultades o las áreas de oportunidad que cada uno de los estudiantes presenta.
¿Qué significa un diez?
Muchos niños, niñas y jóvenes se esfuerzan en sus clases para obtener un diez, calificación que es vista como señal de éxito, de inteligencia y que atrae múltiples beneficios para quienes la obtienen, desde halagos de parte de los adultos, cierto estatus entre los alumnos y quizá hasta premios por sus buenos resultados. Así mismo, los alumnos que obtienen calificaciones bajas o incluso reprobatorias obtienen otras etiquetas, las cuales también a veces se relacionan con su conducta o con sus actitudes.
Sin embargo, a la luz del aprendizaje, quizá no expresan el progreso, la dedicación y el esfuerzo que han puesto los alumnos en esos periodos y muy probablemente, las ideas asociadas a estos números afectarán su actitud ante los retos. En pocas palabras, alguien que ha reprobado “ha perdido el juego”, mientras que quien obtuvo un diez “ha sido exitoso”. En sí, la evaluación no debe medir las habilidades o al estudiante en si mismo, sino el aprendizaje que ha obtenido en el periodo, por lo que centrarnos en el número no refleja el verdadero objetivo de la educación.
Celebrar nuestros errores
Si bien es verdad que debemos buscar que nuestros alumnos sean mejores cada día, también podemos transmitirles una visión de crecimiento sobre si mismos, mostrando que una mala calificación no significa más que la oportunidad de crecer y mejorar, así como un aprendizaje valioso, no porque sea algo malo, sino porque sienta las bases de donde partiremos para la siguiente evaluación.
Si queremos que los alumnos realmente mejoren sus calificaciones no podemos simplemente reprenderlos por haber obtenido un seis o un cinco, sino que debemos analizar, junto con ellos las razones detrás de ese número, qué temas necesitan trabajarse, qué habilidades necesitan fortalecerse y motivarlos, no solo por el número, a vencer un desafío.
¿Cómo evaluar?
Si bien el sistema de evaluación oficial no es algo que determinemos como docentes, si podemos emplear en nuestra aula herramientas que nos ayuden a evaluar realmente cuál es el progreso de nuestros alumnos, hacer encuestas constantemente, técnicas como el boleto de salida, en la que los alumnos antes de salir del salón al final del día deben contestar un cuestionario breve sobre los aprendizajes del día, nos darán información valiosa sobre cómo va cada quién. Es necesario obtener información constantemente y plantear objetivos colectivos, pero también individuales para cada periodo de evaluación. Quizá para algunos un diez signifique poco, pero para otros un seis podría demostrar todo el esfuerzo que se ha hecho en un mes o en un ciclo escolar. No se trata de alimentar un falso conformismo, sino de apreciar realmente en dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos.
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