La motivación en el salón de clases es esencial, pues es el motor con el que los estudiantes se esfuerzan en sus actividades académicas, el problema es que a veces para los mismos alumnos es difícil encontrar la emoción que los motive a conectar con la escuela, por lo que se mueven solo empujados por la presión de sus padres o la expectativa de los otros.
Como docentes sabemos que encontrar motivación para los alumnos no es nada fácil, por el contrario, es muy posible que nuestros alumnos de pronto pierdan el entusiasmo, lo que incluso puede sumir a la clase en una monotonía en la que incluso a nosotros nos cuesta trabajo encontrar impulso. Pero con algunos ajustes podemos lograr una motivación natural en los alumnos y no se trata de recompensas o de castigos, sino de ayudarlos a desarrollar su motivación intrínseca.
Brindar autonomía
Enseñar a los estudiantes que son capaces de tomar decisiones y hacer del proceso de aprendizaje algo que ellos mismos dirijan puede cambiar por completo la sensación que tienen con respecto a la escuela, donde muchas veces se sienten totalmente obligados a seguir instrucciones, sin la posibilidad de pensar por sí mismos o de incluir su propia personalidad en sus actividades.
Esto no significa que los alumnos puedan o deban realizar actividades sin estructura, es necesario que tengan una guía, la del docente y, que la sensación de autonomía se obtenga poco a poco. En principio basta con mostrarles opciones y hablar abiertamente del poder de decisión que ellos poseen. La forma en que les transmitimos esto a los alumnos puede ser la gran diferencia, en lugar de utilizar un lenguaje autoritario podemos optar por uno que privilegie su poder de decisión y no el del maestro.
Procura utilizar verbos como “poder” o “elegir” y frases en las que sean ellos el sujeto principal, “elijan las que ustedes prefieran”, “imaginen cuál les gustará más”, con ideas que inviten a los alumnos a empoderarse en su proceso.
Metas alcanzables
Otro factor que tiende a empujar estudiantes lejos de la motivación es la sensación de que sin importar cuánto se esfuercen nunca podrán alcanzar las metas que se esperan de ellos o que se plantean en conjunto para la clase a la que pertenecen, por ello es importante trabajar con ellos en sus propias metas, unas que sean realistas y alcanzables para ellos, sin que esto signifique que serán etiquetados o señalados con respecto a sus compañeros.
Para crear metas alcanzables es necesario romper con el parámetro de que todos los estudiantes parten del mismo sitio, porque éste suele ser falso, y tampoco creer que todos llegarán al mismo punto al final del ciclo escolar. Las metas pueden ser tan sencillas como necesitemos, pero deben ir acompañadas de un plan de acción, un detallado instructivo que les ayude a ver los alumnos que es posible llegar a ellas.
Celebrar el esfuerzo, no las habilidades
Es común que en el salón de clases les digamos a los alumnos lo inteligentes que son y que halaguemos sus habilidades cuando quedan demostradas en el aula. Sin embargo esta constante transmite la idea de que estas capacidades son simplemente dadas y que no se puede hacer nada por cambiar el hecho de no poseerlas.
Por otro lado, a los estudiantes que son halagados por estas razones suele crecer en ellos un temor constante a perder esa categoría de “inteligente”, por lo que viven bajo la presión y con el temor a equivocarse. Es mucho más importante que los alumnos aprendan a apreciar su esfuerzo, su trabajo constante, así como el aprendizaje que conllevan los errores.
Es común que el temor al fracaso sea lo que desmotiva a los alumnos.
¿Qué técnicas utilizas en tu salón de clases para motivar a tus estudiantes? ¿Crees que estas ideas pueden ayudarte? ¡Comparte tus ideas con nosotros!