Los dioses asignaron un trabajo o misión a cada uno de los animales, árboles y piedras que habitan la Tierra. Sin embargo, faltaba alguien que se encargara de llevar los deseos y pensamientos de un sitio a otro. A falta de barro y maíz, los mayas tomaron una piedra de jade para tallar una pequeña flecha, corta y ligera, la cual tomó vida al soplar sobre ella.
Además, le dieron la habilidad de volar a cualquier lugar del universo en un aleteo. Al principio, eran los dioses quienes más le hablaban, mandando bendiciones a los humanos.
No solo la cultura maya tiene creencias alrededor del colibrí. En la cultura azteca, esta ave representa a Huitzilopochtli, la deidad del sol y de la guerra. Por ello, era común que sus habitantes portaran talismanes en forma de colibríes para obtener más energía y fuerza. Además, esta cultura creía que los guerreros muertos reencarnaban en forma de esta ave.
Huitzilopochtli, creador del inframundo junto a sus hermanos, dejó algunos colibríes a su paso por la tierra de los muertos.
Entonces, además de llevar mensajes a los dioses de la muerte, recogían los pensamientos y el amor de las ánimas del Mictlán para llevarlas a sus seres queridos, en el mundo terrenal.
Cuenta la leyenda que los colibríes pueden llevar tus buenos pensamientos a familiares que ya han fallecido. Se dice que por las noches, dejan que las almas del Mictlán entren a sus cuerpos para poder visitar a sus familiares en la tierra.
La leyenda del colibrí dice que si te topas con uno, te consideres afortunado de recibir buenos deseos y bendiciones que pueden venir de los dioses o familiares que aún en la otra vida, te tienen presente en sus corazones.