El 5 de febrero de 1857 se promulgó la Carta Magna y entró en vigor el 16 de septiembre de ese mismo año. Esta Constitución se decretó en una época de convulsiones sociales, y su origen está en la Revolución de Ayutla la cual fue dirigida por Juan Álvarez y logró derrocar al general Santa Anna.
Juan Álvarez, se convirtió en presidente de la República y con él llegó al poder una nueva generación de políticos, la mayoría de ellos liberales, que coincidieron en que el país necesitaba una nueva Constitución.
Álvarez renunció a la presidencia y en su lugar se designó a Ignacio Comonfort, quien elaboró y presentó la nueva Constitución que garantizaba algunos derechos políticos, como la libertad de expresión, petición, asociación y tránsito; asimismo, ponía las leyes al servicio de la libertad individual de las personas e igualaba a todas ante la ley; en el aspecto religioso, ya no se mencionaba la fe católica como el credo del Estado, pero tampoco se declaraba la libertad de cultos.
60 años más tarde y en la misma fecha pero de 1917, se promulga una nueva Constitución y que se mantiene aún vigente. Este documento se decreta en un otro periodo de inestabilidad política y social. Para algunos expertos marca el fin del Porfiriato y el inicio de una nueva etapa para México.
Entre las reformas más importantes destacan:
Los expertos consideran a la Constitución de 1917 como la primera en considerar los derechos sociales.