A San Francisco de Asís se le atribuye la autoría del primer nacimiento de la historia alrededor de 1223 en Greccio, Italia. Para realizarlo solicitó permiso al Papa Honorio III.
La representación se realizó en una gruta, colocaron un pañuelo blanco sobre un altar, paja, una mula y un buey, y algunas personas personificaron a la virgen María, José, el niño Jesús y los pastores. A esta representación del Nacimiento de Jesús asistieron frailes y habitantes de Greccio y pueblos aledaños. Desde entonces se realizan estas representaciones
A partir de entonces, esta tradición se difundió en los conventos franciscanos y fue expandiéndose por el mundo, con el Papa Juan XXIII como su mayor difusor.
Cinco años más tarde, la gruta en la que se realizó la representación, fue convertida en capilla.
Con el tiempo esta costumbre se fue extendiendo a más países sobre los católicos. Los belenes o nacimientos fueron parte de las celebraciones navideñas en todas las iglesias y las familias empezaron a colocar Nacimientos en sus propias casas para solaz de chicos y grandes.
Poco a poco se sustituyeron las figuras vivientes por figuras de madera o de otros materiales. Con la conquista española, los frailes utilizaron las costumbres navideñas para evangelizar y los nacimientos fueron importantes ya que los habitantes de los lugares evangelizados se comenzaron a elaborar las figuras y los motivos.
Los registros históricos de nuestro país mencionan que la primera Navidad se celebró en 1526 y fue organizada por el misionero franciscano, Fray Pedro de Gante, quien le escribió al Rey Carlos V sobre esta celebración con los indígenas en la Nueva España.