Es el mes más corto con 28 días y cada cuatro años tiene 29 días, al año en el que este mes tiene un día de más se le llama bisiesto y justamente el 2024 tiene esta característica y durará 366 días.
Este ajuste de 29 días se realiza para compensar la diferencia entre el año calendario y el año astronómico. El término "bisiesto" proviene del latín "bis sextus dies", que significa "doble sexto día".
El año astronómico, que es el tiempo que tarda la Tierra en completar una órbita alrededor del Sol, no es exactamente de 365 días, sino aproximadamente 365.2422 días. Además, se asegura que el equinoccio de primavera, ocurra alrededor del 20 de marzo.
El término "bisiesto" proviene del latín "bis sextus dies", que significa "doble sexto día". Esto se refiere al hecho de que en un año bisiesto, se añade un día adicional después del sexto día antes de las calendas de marzo, es decir, después del 24 de febrero en el calendario juliano.
El año bisiesto es crucial para mantener la precisión del calendario. Sin este ajuste, las estaciones se van desfasando, afectando los eventos basados en fechas específicas, como las festividades religiosas y las estaciones agrícolas.
Actualmente nos rige el calendario gregoriano y debe su nombre al papa Gregorio XII. El calendario ha sufrido cambios a lo largo de la historia, por ejemplo, los primeros romanos utilizaban el calendario de Romulus que era un sistema de medición que reconocía 10 meses, de los cuales solo cuatro tenían 31 días y en total sumaban 304.
El año comenzaba en marzo y finalizaba en diciembre, entonces los días que actualmente son de los meses de enero y febrero y se debía que en la antigua Roma no eran considerados en el calendario por ser el invierno y también a que los agricultores enfrentaban numerosas dificultades en su labor, por lo que se decidió que este periodo se quedara fuera del calendario.
Es importante mencionar que para ellos, el calendario era útil como una guía de trabajo para el campo y si no se podía cosechar entonces no valía la pena incluirlos.
Con el paso del tiempo, se reconoció que el calendario debería alinearse con las lunas y se decidió por años de 355 días y 12 meses. Fue en este momento cuando se añadieron los meses de enero y febrero. Los expertos aseguran que por sus supersticiones decidieron que los días del año fueran impares. Por ello, se dejó a febrero solo con 28 días y no con 29.
Asimismo, los emperadores, conscientes del desajuste del calendario con respecto al sol, decidieron añadir días, consiguiendo que unos meses tuviesen más días que otros según sus propias necesidades, sin embargo el calendario continuaba siendo inexacto con las estaciones.
En el año 45 a.C, Sosígenes de Alejandría, a petición de Julio Cesar, elaboró un calendario nuevo con 365 días y seis horas. Se trata de la misma cifra que tenían los egipcios y la que mejor se ajustaba al calendario solar.
Los nuevos 10 días se repartieron, de manera ordenada, a cada uno de los meses del año. Comenzaron por el primero, el mes de marzo, hasta llegar al penúltimo, enero, así todos los meses sumaron un día más y pasaron de tener 29 días a 30 o de 30 a 31. No obstante, febrero fue la excepción. Ya que, por estar el último en la cola, no se llevó un día extra y se posicionó de manera oficial como el mes más corto del calendario pero para evitar un desajuste con el año solar, se estableció que cada cuatro años habría un año bisiesto. Este es el motivo por el que, cada cuatro años, febrero tiene 29 días.
En 1582, el Papa Gregorio XIII realizó la última modificación en el calendario. Debido a un pequeño error de cálculo de Julio César, con el paso de los siglos, el calendario se había ido desligando de las estaciones y, en consecuencia, la Semana Santa se acercaba demasiado al verano.
El objetivo de Gregorio XIII era que el equinoccio de primavera en el hemisferio norte fuera el 21 de marzo en vez del día 11, como había empezado a suceder en el siglo XVI. Por este motivo, tomó la iniciativa de elaborar un nuevo calendario y decretó que el día siguiente al 4 de octubre de 1582 sería 15 de octubre. Así, para compensar el desajuste acumulado, el Papa eliminó 10 días del año 1582. También, modificó la fecha del inicio del año desde el 24 de marzo al 1 de enero.