La Organización de las Naciones Unidas (ONU) asegura que es un momento para honrar a quienes intervienen en las crisis para ayudar a los demás y apoyar a los millones de personas cuyas vidas penden de un hilo.
Este año, el mensaje es claro: el sistema humanitario está al límite de sus posibilidades: con financiación insuficiente, desbordado y bajo ataque.
Solo en 2024 murieron más de 380 trabajadores humanitarios. Algunos en acto de servicio, otros en sus hogares. Cientos más han resultado heridos, secuestrados o detenidos. Y hay motivos para temer que 2025 sea peor.
Con frecuencia, el mundo mira hacia otro lado, incluso cuando estos ataques violan el derecho internacional. Se ignoran las leyes destinadas a proteger a los trabajadores humanitarios. Los responsables quedan impunes. Este silencio, esta falta de rendición de cuentas, no puede continuar.
El sistema está fallando no solo a los trabajadores humanitarios sino también a las personas a las que sirven. Ya no estamos en una encrucijada. Estamos al borde del abismo. Las necesidades aumentan. La financiación disminuye. Y los ataques contra los trabajadores humanitarios están batiendo récords.
En este Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, relanzamos la campaña #ActúaPorLaHumanidad para salir de ese abismo.
Es hora de convertir la indignación mundial en presión real sobre quienes ostentan el poder para:
Si no podemos proteger a quienes salvan vidas, ¿qué dice eso de nosotros? Si permitimos que esto continúe, corremos el riesgo de perder no solo un sistema, sino también nuestro sentido de humanidad.
Compartimos algunos datos interesantes de la ONU: