En medio de esta pandemia, son las mujeres las que conforman el mayor número del personal en salud que está atendiendo de manera directa a los enfermos de coronavirus.
Por otra parte, el suministro interrumpido y por ende la disponibilidad de anticonceptivos en el mundo, aumenta de manera significativa el aumento de embarazos no deseados. Los sistemas de salud en los países están privilegiando por obvias razones, la atención al coronavirus, y lamentablemente los servicios de salud sexual y reproductiva están siendo marginados y la violencia de género va en aumento.
De acuerdo a las cifras de la ONU, alrededor de 47 millones de mujeres en 114 países de ingreso bajo y mediano no podrán utilizar anticonceptivos modernos si las medidas comunes de confinamiento, o las afectaciones relacionadas con el COVID-19, continúan causando interrupciones significativas de los servicios durante 6 meses, lo que resultaría en 7 millones de embarazos no deseados.
Asimismo, la ONU menciona que se calcula que se presenten 31 millones de casos adicionales de violencia de género. Interrumpir los programas en los que participan los países miembros podrían ocasionar situaciones como que se den alrededor de 2 millones de casos de mutilación genital femenina y 13 millones de matrimonios infantiles entre 2020 y 2030 que podrían haberse evitado.
Asimismo, las mujeres trabajan desproporcionadamente en mercados laborales inseguros y se ven más afectadas por los impactos económicos del COVID-19. Casi el 60 por ciento de las mujeres en todo el mundo trabajan en la economía informal, con mayor riesgo de caer en la pobreza. El trabajo de cuidado no remunerado de las mujeres ha aumentado como resultado del cierre de escuelas y las mayores necesidades de las personas mayores.
La pandemia está afectando particularmente a las comunidades marginadas, profundizando las desigualdades y amenazando con retrasarnos en nuestros esfuerzos por no dejar a nadie atrás.
Desde 1989 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció este día con el objetivo de que los países miembros reflexionen sobre la problemática que aqueja a la población de muchos países como la pobreza. El Día se celebró por primera vez el 11 de julio de 1990 en más de 90 países.