Nació en Zapotitlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán, Jalisco. Es considerado como uno de los fundadores del Movimiento Muralista Mexicano.
En 1916, presentó su primera exposición individual en la librería “Biblos” sin mucho éxito y al año siguiente pintó algunas de sus obras más reconocidas como: “Soldaderas”, “Combate” y “El retrato de su madre”.
Hacia los años 20’s resurge el muralismo en México gracias al patrocinio del Estado y es cuando José Clemente Orozco pintó las paredes del patio de la Escuela Nacional Preparatoria del Antiguo Colegio Jesuita de San Idelfonso. En 1925, en la Casa de los Azulejos pintó el mural “Omnisciencia” y en 1926, realizó la interpretación del periodo posrevolucionario en la Escuela Industrial de Orizaba.
Vivió en la Ciudad de Nueva York entre los años de 1927 y 1930 en los cuales se dedicó a pintar una serie de cuadros sobre la vida en la gran metrópoli y sobre la Revolución Mexicana.
Entre sus obras más destacadas está el gran tablero para el Palacio de Bellas Artes que Justino Fernández denominó “La katharsis” en 1934. Entre 1936 y 1939, trabajó en Guadalajara, donde pintó los muros del foro del paraninfo de la Universidad, además de la escalera del Palacio de Gobierno y la capilla del Hospicio Cabañas.
En 1940 viajó a Nueva York para pintar, por encargo del Museo de Arte Moderno, un tablero dividido en seis partes movibles, que tituló “Dive bomber”.
Asimismo, pintó las paredes del Hospital de Jesús ubicado en el Centro de la Ciudad de México. En 1947 el arquitecto Mario Pani le pidió que realizara una obra al exterior en el recién terminado edificio de la Escuela Nacional de Maestros, igualmente en el interior de este recinto, justo en su vestíbulo pintó al fresco unos tableros que denominó “El pueblo se acerca a las puertas de la escuela”. Un año después, en 1948 pintó el tablero “Juárez” para la sala de la Reforma del Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec, y entre 1948 y 1949 pintó la media cúpula de la Cámara de Diputados de la ciudad de Jalisco y el frontón del recinto.
En 1946, recibe el Premio Nacional de Artes y fallece el 7 de septiembre de 1949 en la Ciudad de México. Fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres, honor que, por primera vez en México, se dio a un pintor. A través de su trabajo documentó el cambio político y social de la época, con un estilo propio y crítico, por lo cual es considerado como un artista universal. Se le reconoce más por sus murales.