Los Estados Unidos de Norteamérica envían al bombardero B-29 llamado Enola Gay para lanzar sobre la ciudad de Hiroshima la primera bomba atómica, bautizada como Little Boy y tres días más tarde, el 9 de agosto a las 11:02 horas, el bombardero Bockscar dejó caer la segunda bomba, llamada Fat Man, sobre la ciudad de Nagasaki.
Estas bombas atómicas fueron las primeras armas de destrucción masiva en utilizar en una guerra, fabricadas con material radiactivo fisionable de uranio 235 y plutonio 239.
Las detonaciones provocaron una gran bola de fuego que llegó a 4000 °C de temperatura en un radio de aproximadamente 2 kilómetros, calcinando y destruyendo todo a su paso. Asimismo, se generó una poderosa onda expansiva que viajó cientos de metros por segundo.
No existen cifras definitivas de cuántas personas murieron a causa de los bombardeos, cálculos conservadores estiman que para diciembre de 1945 unas 110 mil personas habían muerto en ambas ciudades, otros estudios afirman que la cifra total de víctimas, a finales de ese año, fue de más de 210 mil.
Los efectos de la radiación posteriores a las detonaciones de las bombas en ambas ciudades japonesas fueron devastadores para miles de personas. Los que sobrevivieron padecieron numerosas enfermedades a lo largo de los próximos años, como cataratas en los ojos, tumores malignos, leucemia o cáncer; entre otros.
El 15 de agosto de 1945, el emperador japonés Hirohito da a conocer en un mensaje radial que acepta la rendición incondicional, Dos semanas después, el 2 de septiembre, finaliza oficialmente la Segunda Guerra Mundial.