En la villa de Guadalupe Hidalgo, cercana a la Ciudad de México, se firmó el Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo definitivo entre los Estados Unidos Mexicanos y los Estados Unidos de América, mejor conocido como Tratado Guadalupe Hidalgo, en el cual se establecieron las condiciones de rendición de México después de la invasión estadounidense.
La invasión estadounidense comenzó en 1846 y terminó en 1848 con la derrota y la pérdida de grandes extensiones de territorio nacional. El Tratado Guadalupe Hidalgo, consta de 24 artículos principales y este se firmó sin contar con el aval total del gobierno estadounidense.
La firma estuvo a cargo de Nicolás Trist, comisionado de Paz de los Estados Unidos, y Bernardo Couto, Miguel Aristáin y Luis Cuevas, quienes no tuvieron opción para negociar: tomada la capital, la frontera norte y los puertos mexicanos, para muchos congresistas estadounidenses ni siquiera había razón para firmar la paz, pues conforme a ciertas normas de conquista el país estaba ocupado y con eso bastaba para anexar.
Dentro del tratado se estableció que como penalización por guerra la entrega cerca de dos millones trescientos mil kilómetros cuadrados que abarcan a los estados de California, Nuevo México, Arizona, Texas, Nevada, Utah, y parte de Colorado y Wyoming, es importante mencionar que esta región no contaba con un buen gobierno, se descuido desde la Nueva España. Nuestro país recibió la irrisoria cantidad de quince millones de dólares.
Como frontera natural entre ambas naciones quedó el río Grande, para los estadounidenses, o Bravo, para los mexicanos permitiendo la libre navegación a ambas naciones, pero no así la elaboración de obras de ingeniería, o cobro de impuestos a los navegantes.
Asimismo, los mexicanos residentes en los territorios anexados serían libres de viajar a México en cuanto lo desearan, además de mantener sus propiedades originales, teniendo como límite para decidir ciudadanía un año a partir de las ratificaciones del Tratado.
El gobierno mexicano fue exonerado de pagos por reclamos de ciudadanos estadounidenses, a la vez que ambos países se comprometieron al restablecimiento del orden constitucional, y los Estados Unidos al alzamiento de su bloqueo en tierra y mar.
El 10 de marzo, el senado estadounidense ratificó el tratado, y el 25 de mayo hizo lo mismo el Congreso de México. Finalmente el 12 de junio se retiraron las tropas norteamericanas asentadas en la Ciudad de México bajo el mando del general Winfield Scott.