Después de aprehender a Francisco I. Madero y José María Pino Suárez y obligarlos a firmar sus renuncias, Victoriano Huerta ordenó su asesinato en el Palacio de Lecumberri.
Fue Aureliano Blanquet quién dio la órden para que la noche del 22 al 23 de febrero de 1913, Francisco Cárdenas y Rafael Pimienta trasladaran a Madero y a Pino Suárez a la Penitenciaría de Lecumberri, quienes durante el trayecto fueron obligados a bajar de los vehículos en que eran conducidos, ya que Cecilio Ocón, un partidario de Félix Díaz, con un grupo de gendarmes, aparentó un ataque a los automóviles donde viajaban los prisioneros, siendo asesinados arteramente por el mayor de las fuerzas rurales, Francisco Cárdenas detrás de la Penitenciaría, por orden de Victoriano Huerta.
Victoriano Huerta justificó su muerte gracias a la Ley de Fugas, es decir que según el comunicado oficial se tuvo que dispararles y matarlos ante su intento de fuga, lo cual nunca fue creído. Es importante mencionar que ministros de varios países solicitaron que se preservara su vida. El 24 de febrero, Madero fue enterrado en el cementerio de la Piedad.