La Organización de las Naciones Unidas (ONU) asegura que lograr la igualdad de género y empoderar a las mujeres rurales, que representan una cuarta parte de la población mundial, no solo es lo correcto, sino que es fundamental en la lucha contra la pobreza extrema, el hambre y la acción climática. Son ellas las que aseguran la mitad del sustento alimentario en el mundo y las que también cuidan el medio ambiente y la biodiversidad.
Sin embargo, las mujeres campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor. Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.
Las barreras estructurales y las normas sociales discriminatorias continúan limitando el poder de las mujeres rurales en la participación política dentro de sus comunidades y hogares. Mundialmente, son pocas las excepciones, todos los indicadores de género y desarrollo muestran que las campesinas se encuentran en peores condiciones que los hombres del campo y que las mujeres urbanas.
Bajo el lema “El ascenso de la mujer rural: construir futuros resilientes con Beijing+30”, este Día Internacional promovido por ONU Mujeres busca visibilizar las desigualdades que aún sufren; reivindicar su participación en la toma de decisiones; exigir sistemas de mayor protección social; y reducir la brecha digital. La conmemoración se alinea con el espíritu de Beijing+30, un plan mundial por la igualdad de género centrado en eliminar la pobreza, lograr justicia climática y garantizar la participación plena de todas las mujeres y niñas en el desarrollo sostenible. Vivan donde vivan.
Según las estimaciones de ONU Mujeres, en promedio, las mujeres representan alrededor del 40% de la fuerza laboral agrícola, pudiendo llegar a más del 50% en determinadas partes de África y Asia.
Asimismo, este organismo asegura que las mujeres rurales tienen menos acceso a una serie de recursos: desde derechos sobre la tierra y concesión de créditos hasta la educación y la tecnología. Por ejemplo, a pesar de que, a nivel mundial casi cuatro de cada diez personas que trabajan en la agricultura es mujer, ellas solo poseen en propiedad el 15% de las tierras.
Los expertos de la FAO aseguran que si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que los hombres, el rendimiento agrícola podría aumentar entre un 20% y un 30%, por lo que alimentarían de 100 a 150 millones de personas más.
La ONU hace un llamado a todos los países miembros para que promuevan su labor como proveedoras de alimentos y protectoras del medio ambiente, reivindicar su participación en la toma de decisiones dentro de sus comunidades y promocionar las zonas rurales en las que puedan contar con las mismas oportunidades que los hombres.