Agustín de Iturbide participó en la Guerra de Independencia y el 18 de mayo de 1822 se proclamó Emperador de México con el nombre de Agustín I.
En su mandato se enfrentó a diversos grupos opositores que dificultaban su gobierno, sobre todo con el Congreso Constituyente, por lo que optó por su disolución. Por ello, Antonio López de Santa Anna y José Antonio de Echávarri, impulsaron el Plan de Casa Mata en el que se exigía, entre otras cosas, la restitución del Congreso y desconocía al gobierno de Iturbide.
El 20 de marzo de 1823, ante la presión ejercida, Iturbide abdica al trono de México y se dirige a Veracruz para embarcarse al exilio. Sin embargo regresa en mayo de 1824 apoyando el intento de reconquista de las colonias españolas.
El Congreso lo declaró traidor y enemigo del Estado, cuando desembarcó en Soto la Marina, Tamaulipas, es capturado por el General Felipe de la Garza y remitido a la capital tamaulipeca, en donde se juzga y sentencia a muerte.
Fue fusilado en Padilla, Tamaulipas el 19 de julio de 1824. Aceptó que se le vendaran los ojos ante el pelotón que lo fusiló. A Iturbide se le reconoce por su valentía durante la lucha de independencia y por ello su nombre se inscribió con letras de oro en la Cámara de Diputados, aunque tiempo después fue retirado, por iniciativa del Licenciado Antonio Díaz Soto y Gama.
Es importante mencionar que el 20 de octubre de 1838, el Presidente Anastasio Bustamante ordenó que los restos de Iturbide fueran trasladados a la Ciudad de México en donde se inhumaron con honores en la Capilla de San Felipe de Jesús, ahí son exhibidos en una urna de cristal.