La pandemia provocada por la COVID-19, ha evidenciado que algunos sectores poblacionales tienen una vida más sana y cuentan con un mejor acceso a los servicios de salud que otros, debido a las condiciones en las que nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) menciona que en todo el mundo, muchas personas luchan por llegar a fin de mes con pocos ingresos diarios, viven en malas condiciones de vivienda, educación y menos oportunidades de empleo, experimentan una mayor desigualdad de género y tienen poco o ningún acceso a entornos seguros, agua y aire limpios, seguridad alimentaria y servicios de salud. Todo ello provoca sufrimientos innecesarios, enfermedades evitables y muertes prematuras. Esta situación vulnera a las sociedades y a las economías de muchos países.
La OMS asegura que no solo es injusto: es evitable. Por ello, hace un llamado a los líderes para que garanticen que todas las personas logren condiciones de vida y de trabajo que favorezcan la buena salud. Al mismo tiempo, es importante que los países realicen monitoreos sobre las desigualdades en materia de salud para garantizar el acceso a servicios de salud de calidad.
La COVID-19 ha golpeado duramente a todos los países, pero su impacto se acentúa más en las comunidades vulnerables, que están más expuestas a la enfermedad, que tienen menos probabilidades de acceder a servicios de salud de calidad y que por ende tienen más probabilidades de sufrir consecuencias adversas como resultado de las medidas aplicadas para contener la pandemia.
Desde 1948, año de su fundación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha dedicado a coordinar esfuerzos internacionales emprendidos en investigación farmacéutica y mejoramiento de servicios médicos, así como a fomentar estrategias para combatir enfermedades, epidemias, problemas de nutrición u otros aspectos afines.