La Organización de las Naciones Unidas (ONU) asegura que en los últimos 30 años, las sociedades de todo el mundo han logrado grandes avances en la mejora de la recopilación, el análisis y el uso de los datos demográficos. Las nuevas cifras de población, desglosadas por edad, etnia, sexo y otros factores, reflejan la diversidad de nuestras sociedades con mayor precisión.
Estos avances ayudaron a mejorar considerablemente la prestación de asistencia sanitaria en todo el mundo, lo que se ha traducido en mejoras sustanciales de la salud sexual y reproductiva, de la capacidad de ejercer derechos y elegir. Cada vez más, las nuevas tecnologías permiten una medición más detallada y oportuna de las experiencias de las personas.
Sin embargo, las comunidades más marginadas no son en ocasiones representadas en los datos, lo que repercute profundamente en sus vidas y su bienestar.
La ONU considera relevante que los gobiernos se comprometan a garantizar que sus sistemas de datos obtengan la diversidad de los seres humanos, de modo que todos puedan ser vistos, ejercer sus derechos humanos y desarrollar todo su potencial. Cuando los datos y otros sistemas funcionan para las personas marginadas, funcionan para todos. Así es como aceleramos el progreso para todos.
Este organismo presenta un análisis sobre la población en el que asegura que tuvieron que transcurrir cientos de miles de años para que la población mundial creciera hasta alcanzar los 1,000 millones de habitantes, y sólo en unos 200 años más se multiplicó por siete. En 2011, alcanzó los 7,000 millones de personas y en 2021 la cifra aumentó a casi 7,900 millones. Las previsiones hablan de 8,500 millones para 2030, 9,700 millones en 2050 y 10,900 millones en 2100.
Este espectacular crecimiento se ha visto impulsado por el creciente número de personas que llegan a la edad reproductiva, y ha venido acompañado de cambios importantes en las tasas de fecundidad, el aumento de la urbanización y la aceleración de la migración. Estas tendencias tendrán consecuencias de largo alcance para las futuras generaciones.
Lo anterior muestra que se han registrado importantes cambios en las tasas de fecundidad y en la esperanza de vida. En la década de 1970, las mujeres tenían una media de 4.5 hijos; en 2015 fue de 2.5 hijos por mujer, mientras tanto, la vida media de una persona se incrementó de 64.6 años a comienzos de la década de 1990 hasta 72.6 años en 2019.
Asimismo, asegura que en el mundo se registran elevados niveles de urbanización y un aumento considerable en el flujo migratorio. En 2007, por primera vez, vivieron más personas en zonas urbanas que en zonas rurales, y si sigue esa tendencia, en 2050 alrededor del 66% de la población mundial vivirá en ciudades.
Estas marcadas tendencias tienen consecuencias de gran alcance, ya que afectan al desarrollo económico, al empleo, a la distribución de la renta, a la pobreza y a las protecciones sociales. Además, repercuten en los esfuerzos por garantizar el acceso universal a la atención médica, la educación, la vivienda, el saneamiento, el agua, los alimentos y la energía. Para satisfacer de manera más sostenible las necesidades de las personas, los responsables en los gobiernos de la formulación de políticas deben saber cuántas personas viven en el Planeta, dónde se encuentran, qué edad tienen y cuántas personas habrá en el futuro.
Compartimos algunos datos de la ONU: