El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR),asegura que en un momento de incertidumbre global, de narrativas que priorizan intereses egoístas sobre los valores que compartimos como humanidad, mientras el número de personas desplazadas por la fuerza alcanza sus máximos históricos y los brutales recortes en la financiación humanitaria ponen en riesgo a millones de vidas, es más urgente que nunca hacerse escuchar, alzar la voz y mostrar solidaridad hacia las personas refugiadas.
En este Día Mundial del Refugiado, la solidaridad hacia las personas refugiadas se debe expresar con los hechos, no sólo con palabras. Significa escuchar con atención, dar espacio a sus historias. Significa defender su derecho a buscar protección y soluciones a su difícil situación. Pero, sobre todo, solidaridad significa afirmar, con claridad y valentía, que las personas refugiadas no están solas y que no les daremos la espalda.
Asimismo, reitera que toda persona refugiada encarna una historia única hecha de dolor y pérdida, pero también de una fuerza extraordinaria. Las personas refugiadas no se definen por lo que han perdido, sino por el valor con el que reconstruyen sus vidas. Tienen los mismos sueños, talentos y pasiones que cualquier otra persona, pero se han enfrentado a obstáculos inimaginables en su viaje. No quieren que se les defina únicamente por su experiencia de desplazamiento o como víctimas. Sus identidades son complejas y polifacéticas.
Convertirse en refugiado no es una elección. Pero sí lo es decidir qué hacer para ayudar. Podemos crear comunidades generosas y acogedoras, donde todas las personas se sientan incluidas. Las personas refugiadas quieren ser autosuficientes, forjar amistades con sus vecinos y cuidar de sus familias. Tienen muchas habilidades y aportan ideas nuevas que fomentan la innovación y la creatividad, beneficiando a todo el mundo. Las comunidades que acogen a las personas refugiadas son vibrantes y prósperas. Nuestro mensaje para los refugiados es: “Los vemos. No los olvidamos. No están solos”.
El ACNUR asegura que la paz se ha vuelto un bien escaso en el mundo. Los conflictos se multiplican, las guerras no terminan y la población civil paga el precio más alto. A pesar de ser la opción más difícil, cruzar una frontera es a menudo la única posibilidad para sobrevivir. Los países deben cumplir con su obligación de no devolver a los refugiados donde su vida corra peligro. Pero eso no es suficiente. Necesitamos paz para que nunca más nadie se vea forzado a huir.
Las personas refugiadas necesitan oportunidades para convertirse en miembros activos de sus comunidades de acogida, ya sea a través del trabajo, la escuela, los deportes u otras actividades cívicas.
Mientras permanezcan en el exilio, los refugiados deben poder utilizar sus talentos y pasiones para mantener a sus familias y contribuir a los países que los acogen. Se necesita invertir más en los países de renta baja y media, que en la actualidad acogen a la mayoría de las personas refugiadas en el mundo, para que estas puedan vivir con dignidad y construir una vida próspera que también cree bienestar para sus comunidades de acogida.
El Día Mundial del Refugiado se celebra el 20 de junio de cada año en honor de las personas refugiadas y desplazadas de todo el mundo. Este día se celebró por primera vez a nivel mundial el 20 de junio de 2001, en conmemoración del 50 aniversario de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. En un inicio, antes de que la Asamblea General de las Naciones Unidas lo designara oficialmente como un día internacional en diciembre de 2000, se le conocía como el Día de los Refugiados de África.
Recordemos que la ACNUR tiene como objetivo el ayudar a los refugiados y a otras personas desplazadas por la fuerza, a reconstruir sus vidas en paz y con dignidad. Este organismo proporciona protección legal a los refugiados y busca soluciones duraderas a sus problemas, ayudándoles ya sea a regresar voluntariamente a sus hogares o a que se asienten en otros países.