Los bosques, pilares de la seguridad alimentaria y la nutrición mundial, son el sustento de millones de familias. Proveen alimentos esenciales como frutos, semillas, raíces y carne silvestre, recursos fundamentales para las comunidades indígenas y rurales.
Sin embargo, su función va mucho más allá de la alimentación. Los bosques son una fuente vital de energía, proporcionando madera para cocinar, jugando un papel clave en la agricultura al albergar polinizadores y actuando en el enriquecimiento de los suelos, la regulación del clima y la conservación de la biodiversidad. Además, las cuencas forestales suministran agua dulce a más del 85% de las principales ciudades del mundo. En situaciones de crisis, los bosques se convierten en un salvavidas económico y alimentario, llegando a aportar hasta un 20% de los ingresos familiares en zonas rurales, garantizando dietas saludables.
Pero estos ecosistemas están en peligro. Cada año se pierden 10 millones de hectáreas de bosques a causa de la deforestación y otros 70 millones son devastados por incendios. Proteger y restaurar nuestros bosques es urgente y necesario: de ellos depende el bienestar del planeta y de las generaciones futuras.