La Asamblea General de la ONU proclamó en 2007 esta fecha como el Día Mundial de la Justicia Social para que los países miembros realicen acciones para erradicar la pobreza, promover el trabajo decente, la igualdad de sexos y el acceso al bienestar social y a la justicia social.
Para el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), todas las personas tenemos necesidades básicas comunes, que se traducen en derechos humanos fundamentales: el derecho a la propia identidad, a la supervivencia, a la educación, a expresarnos con libertad y a ser tratados con dignidad y respeto, por ejemplo.
Asimismo, este organismo asegura que cuando estas necesidades no se atienden, nos encontramos frente a inequidades, que pueden darse tanto en los países industrializados como en países en desarrollo. Lo que convierte estas situaciones en injusticias es que pueden ser evitadas, no se trata de problemas irresolubles a los que no podamos hacer frente, sino que a menudo han sido provocados por personas y persisten porque mucha gente se desentiende de ellos. La decisión de promover o de negar la justicia social está en manos de las personas, ya sea a escala individual, local, nacional o mundial.
La UNICEF destaca 3 aspectos clave: