Los Celtas de Europa Central tenían por costumbre el utilizar árboles para representar a sus Dioses, y en estas fechas ellos celebraban el nacimiento de “Frey” su Dios del Sol y de la fertilidad.
Los expertos consideran que esta tradición o costumbre se trasladó al cristianismo. Fue San Bonifacio, evangelizador de Alemania, uno de los que impulsaron esta mezcla de costumbres, ya según sus biógrafos, él reemplazó la utilización de los árboles que se utilizaban para celebrar al Dios Odín por un pino para honrar al Dios cristiano, el cual se adornaba con manzanas y con velas las cuales representaban la luz de Jesucristo.
Esta tradición se extendió por el mundo y ahora es lo que conocemos como el Árbol de Navidad.